sábado, 6 de octubre de 2007

RTVE, Gobierno de España

No es asunto menor la apabullante pérdida de audiencia de la pública RTVE, por mucho que voceen en cada telediario que tienen más que el vecino. A base de repetir una mentira intentan convencerse entre sí unos mediocres discípulos de Goebbels. Es tan indecente como los festejos de los partidos políticos (nacionalistas y no nacionalistas) tras el éxito de participación del 32% en las últimas elecciones catalanas y del 28% en las andaluzas: no se
avergonzaron. Todos ganaron, menos los ciudadanos.

Mezclo las cosas porque al final confluyen: poder, reparto de prebendas y aniquilación del sistema para el negocio de la reconstrucción. Como en Irak, pero sin bombas y, quizá, sin reconstrucción porque ya no habrá qué.

RTVE era una empresa pública mal gestionada por bastantes desaprensivos, que, a pesar de todo, creaba buenos productos y formaba excelentes profesionales. Cumplía alguno de los fines que tenía encomendados como servicio público esencial. Es más, aunque fuera nominalmente, servía raspando a uno de los preceptos constitucionales, el de “elemento vertebrador” del Estado.

Llegó una amiga de la pandi, Caffarel, y, con su sarcástico “Plan de Creación de Empleo”, empezó a despedir a más de 4.000 trabajadores en madurez productiva. Qué esperar de alguien que disuadía de estudiar Ciencias de la Información por ser profesión de poca enjundia y peor futuro, cuando decana de la materia. Nuestro impagable Presidente Rodríguez, como siempre bien de cintura para escurrir el bulto, salió al quite asegurando que el ahorro en gastos de personal iría destinado a Cultura (véase prensa del momento). Y se quedó tan contento. ¡Total…! en cinco minutos le enseñan un poco de cuentas del Estado y
nadie va a reparar en una nimiedad. Además, quienes leen los programas electorales suelen estar en frenopáticos.

Para dar otro capotazo de salón, llamó a otro de los chicos de la pandi, Fernández -que caía muy bien a casi todos los empleados políticos y sindicales-, para que tomara el relevo y poder premiar a Caffarel con un sueldecito en el Instituto Cervantes, tan servicial ella.

Ahora, con unos cuantos miles de empleados menos y con mileuristas de reemplazo (¿no sobraba gente?), resulta que Fernández necesita 60 millones de euros más sólo para pagar la nómina de la estéril RTVE (Mejor no recordar sus justificaciones para evitar tentaciones de insultar). No se si será el Presidente Rodríguez quien deba hacerlo, pero alguien tiene que explicar cómo se cuadran esas cuentas. ¿Será que han subido mucho o muchísimo los sueldos de los directivos? A pesar de que los miembros del inoperante, servil o mudo (cabría exigirles que hablasen) Consejo de Administración ganen 120.000 por año y de que se hayan subido hasta el escalofrío los sueldos de varias ‘estrellas’ (?) mediáticas, ¿tendrá algo que ver la negativa de Fernández y secuaces a informar de lo que cobran las decenas de directivos contratados?

Y hablando del Consejo de Administración de RTVE, sería curioso saber qué pinta ahí un consejero de la soberanista ERC cobrando del Estado opresor y cuál es su sentido de la ética al admitir el pago de Roma. No es que importe mucho que, además, se le paguen viajes
y dietas a festivales de cine junto a su asesor personal y antiguo director de producción de sus infumables pelis, pero sí importa saber si va a recomendar que se compre cine nacionalista, que tanto aporta a la educación para la ciudadanía, o si se inclinará por la corriente al uso de que los amigos son para las ocasiones y hoy por ti y mañana por mí. Debe de ser ese el ‘elemento vertebrador’ estatutario. Del clan, claro.

Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias y, por tanto, hay que despejar los malos presagios cuando Fernández, tan profesional él, dice que se aprobó unánimemente el cambio de sede de RTVE, aunque los consejeros de administración no se hayan enterado aún. Si éstos se escandalizan y no denuncian será que no es para tanto, ni importa demasiado que el designado para gestionar ese traslado multimillonario hubiera salido por la puerta falsa de Instituciones Penitenciarias, ni el caciquismo es tan malo como dicen.

Otra muestra del tipo de ética y eficacia que se aplica en RTVE es el contrato firmado por el actual director de TVE, Pons, con la productora externa El Terrat para una de esas series de éxito nulo y coste monumental que tanto abundan (‘Por fin has llegado’), productora de la que él procede y una de cuyas mandamasas es su santa esposa. ¡Total, todo es relativo y depende de cómo se interpreten las audiencias!

Lo que no acabo de entender es por qué, con tanta desfachatez e impudicia electoralistas, en la publicidad institucional, no dicen “RTVE, Gobierno de España”. ¿Quizá, por no asociar náusea con gobierno? ¿O porque en Cultura siguen esperando el dinero prometido por el
desmantelamiento de RTVE? ¿O tal vez para que no se mosquee el elemento de ERC y le complique el malabarismo del ‘tripartit’? ¿…O por los sindicatos-florero, también consejeros de administración, que podrían sentirse molestos? Apuesto a que es por las audiencias, que luego las tergiversa el enemigo. Todos ganan, menos los de siempre.


Alfredo Gabrielli
Periodista
Ex empleado de RTVE
Militante de Ciudadanos Partido de la Ciudadanía.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Un Presupuesto residual para un Estado residual

Publicado en Estrella Digital
Luis de Velasco

El Presupuesto general del Estado tiene cada vez menos importancia en el total de las Administraciones Públicas, hoy ya aproximadamente un tercio. Es el resultado obligado del creciente y nunca finalizado proceso de descentralización política y económica, el Estado de las Autonomías, que va camino de dejar un Estado residual, con dificultades crecientes para políticas económicas y sociales coherentes y equitativas. El balance positivo de ese proceso autonómico se convierte en negativo a partir de su total revisión, que se inicia con el nuevo Estatuto de Cataluña al que, imparablemente, siguen otros, aumentando paralelamente el nivel de presiones y exigencias nacionalistas y de los “asimilados”. Todo ello tiene su reflejo, negativo, en el papel central que en todo Estado desempeña el principal instrumento de política económica y social como es el presupuesto anual.

A lo largo de los últimos días y como resultado de las coaliciones del Gobierno del PSOE, se ha asistido a una reprobable ceremonia de chalaneo político y económico con aspectos escasamente serios. Lo más grave es, concretamente en lo relativo a las inversiones públicas, que el sistema de negociación y acuerdo multilateral, como es el Consejo de Política Fiscal y Financiera, ha sido reemplazado por la negociación bilateral con el resultado de reales o pretendidos agravios comparativos y la esperada dificultad para armonizar la cifra final por esos acuerdos bilaterales, iniciados con el alcanzado con la Generalitat. Además, esto crea precedentes de los que las Autonomías parten siempre en su siguiente nivel de exigencias.

El sistema tributario vigente, del que participa este Presupuesto 2008, sigue caracterizándose por su creciente regresividad e inequidad. El peso de los impuestos indirectos es cada vez mayor y en la imposición directa, el principal impuesto, el de la renta sobre las personas físicas, es cada vez más un impuesto sobre las nóminas. No cabe hablar, como hace el Gobierno, de política redistributiva y social contemplando sólo el gasto público, es decir, sin tener en cuenta esa injusta característica citada del ingreso público. En realidad, la redistribución es entre las rentas medias y las bajas, con las altas apenas gravadas.

El Gobierno sigue adjudicándose medallas por su continuada política de superávit público. Olvida algo clave, y es que el saldo final de un presupuesto no es un fin sino un medio, un instrumento para determinadas opciones políticas. En un país como el nuestro, en el que el gasto de protección social sigue varios puntos por debajo del promedio de la OCDE, en el que hay grandes carencias en infraestructuras, en educación, en sanidad, en investigación y desarrollo, por citar sólo algunas, alardear de superávit en las cuentas públicas tiene escaso sentido. Más cuando el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea admite hasta un déficit público del 3 por ciento del PIB. Ser más papistas que el Papa es un error con altos costes.

En este Presupuesto 2008, el Gobierno insiste en la misma opción de superávit. Falta saber si se alcanzará, porque la economía ha entrado en una fase de menor crecimiento (las previsiones del cuadro macroeconómico que acompañan este presupuesto parecen muy optimistas), que supondrá menores ingresos públicos y demandará un aumento del gasto.
Luis de Velasco

lunes, 1 de octubre de 2007

Demasiado predecible

Hace escasas fechas, el presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero, hacía partícipes a los españoles de una de las peculiaridades definitorias de su modo de entender la política. En las declaraciones referidas Zapatero afirmaba que la grandeza de la democracia –una de ellas, asumo- consistía en su imprevisibilidad.

Ya sabíamos, afortunados de nosotros, que nuestro presidente del gobierno considera que la cintura es la misma esencia de la democracia. Desde este punto de partida, a pocos debería extrañar esa segunda rueda del fantástico tándem constitutivo de la idea democrática en la mente del inquilino de la Moncloa.

Bertrand Russell, haciendo gala de su finísimo instinto para desvelar las claves del comportamiento humano, dejó escrito que detrás de muchas teorías sociales, por compleja que fuese su apariencia, no había más que una convicción íntima disfrazada de grandilocuencia.

Con la blanda reacción exhibida ante el penúltimo órdago del Lehendakari Ibarretxe, el temor parece confirmarse: Rodríguez Zapatero no tiene convicciones. Su falta de talento, su exceso de talante, redunda en una fatal incomprensión del mundo que le rodea.

El mundo es imprevisible y está repleto de oportunidades para errar peligrosamente. Cintura e imprevisibilidad, parecen ser las claves del pensamiento zapateril. Por eso se glorifica el relativismo normativo. No existen reglas claras para dilucidar cuál es la decisión correcta a cada momento.

Hay que tirar de cintura, quebrar con engaños para mantener la pelota en el pie, el culo en el asiento, el presupuesto en la mano. La factura que la paguen otros, los dogmáticos, los que se creen en posesión de la verdad. El mundo es complejo y los valores no sirven de guía. La única luz que marca el rumbo es el consenso posibilista.

Ante esta lúgubre perspectiva no sólo no es extraño que surjan opciones alternativas al PSOE como respuesta a los dislates en su política de Estado, con especial referencia a Cataluña o Euskadi. Es imprescindible.

La democracia no consiste sólo en elecciones, sino en la posibilidad de sostener un debate político libre y honesto, con suficiente información provista desde el poder, para poder optar por unos u otros principios de gobierno.

Lo demás no supone más que la degradación de la democracia. Lo demás, digo, no merece la pena.
Jacobo Elosua

domingo, 30 de septiembre de 2007

De re obscena

La política de partidos practicada en nuestra nación ha pasado aceleradamente de una cierta normalidad hacia la total impudicia, atravesando con alborozo las etapas del ridículo. Y así nos va.
Veamos ejemplos claros que nos hagan reflexionar. No me detendré en los partidos independentistas, ya sea de corto o largo recorrido, pues su impudencia es inherente a su discurso y actitud en pleno. Abanderar el etnicismo para despertar los instintos pre-ilustrados de una parte de la población y así terminar obteniendo poder para la oligarquía regional ávida es, per se, obsceno. Y lo ilustra mucho mejor que yo la lectura, ni siquiera atenta, de cualquier texto de Sabino Arana, ése que deja a Goebbels de monaguillo.
Vayamos a los partidos estatales. Vayamos, verbigracia, a ese patético producto subestándar llamado IU. Resulta que pese a su afán de hacerse piel demócrata para limpiarse las escamas comunistas, apoya el mayor atentado anti-demócrata de las instituciones españolas de los últimos lustros, sosteniendo el referedum Ibarreche. Eso supone, primero, considerar al País Vasco español (y de paso a la Cataluña ibérica) unas colonias, y me niego a aceptar ese insulto por mi abolengo catalán. Cataluña no es colonia desde el hundimiento del imperio romano, y las provincias vascongadas españolas no lo han sido nunca. Son dos títulos de gloria históricos ganados a pulso que no puede venir ningún partido a hurtar. Y si no son colonia , no hay principio de autodeterminación que valga. Segundo, eso entraña robar a la sociedad española en pleno el derecho democrático a decidir su futuro, el futuro de cualquiera de sus componentes inalienables, para reducir el ámbito de votación al que arbitrariamente se perfile por los caciques locales para su mejor adquisición de poder. Una repugnante maniobra anti-demócrata. ¡Pero I.U. la apoya! Yo lo llamo obscenidad.
También tenemos un partido grande, de piloso líder, que no duda en hurtar el mensaje de C’s ( y de UpyD), pues resulta que ahora le importan los Ciudadanos españoles y su igualdad y solidaridad. Y eso lo dice, señor Rajoy, el líder de un partido que ha apoyado el estatuto de Andalucía con toda su carga (copiada del catalán) de insolidaridad, de creación de españoles de primera y de segunda, de desvertebración ciudadana. Y eso lo dice quién lleva su visión de los ciudadanos homosexuales hasta la presentación al Constitucional de un recurso por la Ley de matrimonios homosexuales. ¡Un mínimo de pudor, señor Rajoy, al intentar engañar al personal!.
Existe otro gran partido , sí ése mismo, que está dando una demostración de obscenidad descarada con la mayor soflama del mundo. ( Entre otros ejemplos) ¿Cómo calificar sino la repulsiva subasta en la que se ha convertido la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado? Con el dinero de todos se lanzan dispendios efectistas y totalmente ineficientes por amor a la poltrona. Se desparraman nuestros impuestos en comprar apoyos independentistas, con efecto disgregador para los Ciudadanos. Se burlan manirrotamente las reales necesidades de ciudadanos en vivienda o en ayuda familiar para crear la demagogia que, ¡ay!, hará mantener el poder…A mí, que quieren Uds., me parece el colmo de lo obsceno.
He llegado a la conclusión que, de cara a las elecciones de Marzo, bastaría con pedir a los votantes formados e informados (esperemos que sean muchos) que no voten a los partidos obscenos. Sólo les quedaría la opción de C’s y afines.
30-IX-2007

“P.S.”: “Obscenus , a, um” tiene dos acepciones: 1/ De mal augurio, siniestro. 2/ Indecente, obsceno. Cualquiera de las dos me vale.

Enrique Calvet