sábado, 9 de febrero de 2008

Un nuevo caciquismo cobija a profesionales de la política que no saben hacer otra cosa

Publicado en El Mundo

Más allá del desenlace definitivo en términos de victoria y derrota, de quién formará gobierno y se quedará en la oposición, una de las incógnitas que deben despojar las próximas elecciones generales que se celebrarán el próximo 9 de marzo será el alcance y el calado definitivo que ha tenido en el electorado la opción que representan esas nuevas formaciones "alternativas" que propugnan una regeneración total del sistema político, al que han decidido "atacar" desde dentro.

Una de esas formaciones, la más visible en estos momentos, es Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía que irrumpió de manera sorpresiva en las últimas elecciones catalanas, en las que, con su credo descaradamente antinacionalista, obtuvo tras escaños en el Parlament. Ahora, el Partido de la Ciudadanía concurre a las elecciones generales y los resultados que obtenga servirán para medir el recorrido y las posibilidades de este discurso "antisistema" que surge para nadar, aunque sea a contracorriente, dentro del sistema mismo.

Albert Rivera, presidente de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, defendió ayer esa opción en las Charlas de EL MUNDO, el ciclo de conferencias organizado por este periódico en los salones del Hotel Los Lebreros de Sevilla y que patrocinan Sevillana Endesa y Telefónica. Rivera pronunció la conferencia La Tercera España frente a la España tribal".Defendió, en este sentido, una España de la ciudadanía, frente a una España de las tribus, una España en la que, ante unas elecciones como las próximas generales, entre en juego, (más allá de decidir si hay que devolver o no a los ciudadanos 400 euros, la necesidad de replantearse profundamente el actual sistema político y de partidos).

Rivera recordó cómo en todos los países occidentales con peso en el mundo se ha abierto, en mayor o menor medida, en unos términos u otros, ese debate. En Francia, generando una movilización electoral abrumadora.; en Italia, a partir de una profunda crisis en la que ya se está planteando una reforma de la Ley Electoral; en Estados Unidos, con unas primarias envidiables.; o en Alemania, dando lugar a una coalición nacional ,suficientemente valiente, para pactar reformas políticas de enorme calado.

Plantear eso hoy día en España sería, por el contrario. ("un chiste", porque, según Rivera, los grandes partidos no están dispuestos a afrontar una profunda regeneración democrática. Entre otras cosas, porque esos grandes partidos tienen en ese sistema (viciado) su principal interés después de haberse convertido, como (maquinarias de poder), en oficinas de colocación que dan cobijo a políticos profesionales que no valen para otra cosa ¿Cómo va a conocer una sociedad a la que dice representar alguien que jamás ha pagado o ha cobrado una nómina al margen de la que tiene desde que está en política?, se preguntó el presidente de Ciudadanos, que recordó que la política es un "servicio público que hay que volver a dignificar".

Frente a esa situación, Albert Rivera reivindicó la capacidad de la ciudadanía para, desde la sociedad civil, articular una "tercera vía" que devuelva la esperanza y recupere la confianza en la politica que llegó a darse en épocas pasadas como la Transición.
O la ciudadanía ejerce su capacidad de influencia, o no se va a conseguir nada insistió. El representante de Ciudadanos arremetió con el "tribalismo" asentado en la política española, y que no es más que el resultado de haber fragmentado el Estado a través de traspasos de competencias y, en definitiva, de la interposici6n de nuevas barreras y fronteras creadas artificialmente, sobre todo por parte de los nacionalistas.

Como consecuencias de ese "tribalismo" Rivera señaló ejemplos como el de un médico andaluz despedido en una mutua de Girona por no hablar catalán. Y como todo se pega, ante situaciones de ese tipo, a Chaves se le ocurre promover la enseñanza del catalán. Pero, paradójicamente, no se le ocurre pedir que el castellano se siga enseñando en Cataluña, lamentó. Ese "tribalismo" está teniendo también su recorrido político, haciendo aflorar, a su juicio, un "neo-caciquismo" de redes clientelares en torno al poder local y regional. Algo que ocurrió en Cataluña con Pujol y que también, según Rivera, está pasando en Andalucía, donde Chaves se empeña en buscar una nación y si no, una "realidad nacional" simplemente,"porque lo vio en el Estatuto de Cataluña. Y todo, para aprobar un Estatuto que, en términos de participación, acabó siendo una auténtica "vergüenza democrática". Frente a esa sociedad "tribal", Rivera reclamó "una sociedad abierta, sin barreras laborales, lingüísticas o fiscales", en la que exista una "igualdad efectiva de derechos en cualquier territorio, desaparezcan los "privilegios históricos", y cambie el actual sistema de partidos.

La frustrada coalición con el Partido de Rosa Díez

Albert Rivera confirmó que han existido conversaciones entre Ciudadanos y el partido de Rosa Díez y no tuvo más remedio que reconocer que tampoco se explicaba cómo la unión ante las elecciones generales no ha sido posible.
“Es cierto que la nueva política que defendemos deba ser la que viene a sumar, no a restar y espero, en ese sentido, que no nos tengamos que lamentar el 9 de marzo”, aseguró Albert Rivera.
El presidente del Partido de la Ciudadanía lamentó que, cuando se está hablando de la posibilidad de que formaciones de este tipo puedan irrumpir en el Congreso de los Diputados y tengan la opción de luchar para ser claves en la próxima legislatura, se produzca una “batalla” para “ver si ellos pueden conseguir un diputado y nosotros otro”.

“La nueva política que defendemos debe romper, precisamente, con esos vicios del pasado, entre otras cosas, porque nuestra presencia en las Cortes haría cambiar seguro muchos discursos de los grandes partidos, así que no deberíamos caer en el error de buscar en el otro (por el partido de Rosa Díez) a nuestro rival”, añadió Albert Rivera, que tampoco quiso, no obstante, precisar los motivos exactos por los que esa coalición no ha sido posible.

El presidente de Ciudadanos tuvo también que responder con ‘diplomacia’ a alguien que se presentó como ex miembro de su partido y que puso en duda su actuación y la continuidad del proyecto. Rivera aguantó con paciencia la andanada.

jueves, 7 de febrero de 2008

La laicidad: clave de convivencia

Publicado en albertrivera.es

El Laicismo es un término relativamente novedoso que adquiere día a día mayor trascendencia en nuestra cotidianidad, si bien ya en Francia a principios del siglo XX se empieza a gestar como filosofía de convivencia y tolerancia. Desde entonces, el Estado francés promueve la libertad de creencia individual y de culto colectivo. Garantiza el pluralismo religioso, el derecho a no creer y el
derecho a convertirse. Todos los cultos tienen el mismo nivel y la religión no se considera de interés social sino un asunto privado. Por tanto no existe ningún trato preferencial ni estatuto privilegiado para una determinada creencia. A pesar de ello, el culto católico en este país no parece encontrarse en vías de extinción ni parece que el ciudadano francés se caracterice especialmente por su amoralidad, insolidaridad e inhumanidad.

Partiendo de esta constatación, ya que somos muy dados a copiar estereotipos, para poder entender bien el concepto de laicidad creo que es muy importante señalar que sus principios lleva implícita la concreción de dos fundamentos: uno ético (la libertad absoluta de conciencia moral), el otro legal (la separación de Iglesia y Estado). De esta manera, se pretende de forma genérica hacer una especial distinción entre el interés general y la convicción individual, si bien en la práctica política y social la tendencia es de involucionar a uno sobre otro.

El Laicismo representa una de las más importantes claves para la correcta armonía en una sociedad democrática ya que implica reconocer que todos los hombres, sin distinción, son capaces de asumir libremente, en función de su propio criterio, madurez y sentido, el desarrollo de su propio destino. En palabras de Savater, una sociedad que persiga valores democráticos no puede elegir ser o no ser laica, sino que ha de serlo por la propia naturaleza del concepto.

El ideal humanista que da sentido a la filosofía laica descansa en sus propios principios, es decir, en la libertad absoluta de conciencia, la independencia del pensamiento acerca de lo religioso, lo político y la emancipación de los estilos de vida respecto a los tabú, las ideas, las reglas dogmáticas y las tendencias alienistas culturales, económicas o sociales. Persigue pues, desarrollar la naturaleza humana incentivando la formación moral y cívica consolidando así una mentalidad crítica fundamentada en la solidaridad e igualdad apartando la moral religiosa como eje regulador de la conducta del individuo dejando paso al sentido ético y moral del mismo.

No se trata pues, de eliminar la religiosidad ni enfrentarse a ella, de lo que se trata es de cimentar las bases que permitan la convivencia entre las distintas religiones, es decir, promover la tolerancia religiosa en un Estado cada vez más plural, más social y global.

Ahora bien, en determinadas condiciones de crisis económicas y de desintegración social, no es nada fácil que los principios que fundamentan el modo de vida laico no generen cierto tipo de tensiones especialmente en los centros educativos. Sin embargo, la convivencia entre distintas religiones y etnias puede entenderse como un factor enriquecedor más que una fuente de conflicto ya que muchos de los valores que entre ellas existen pueden ser enseñados en el aula de forma integradora, serena y constructiva.

Pero también hay otros escenarios donde determinados comportamientos son contrarios al ideal de libertad e igualdad entre hombres y mujeres y en definitiva a la propia dignidad del ser humano. Hago referencia al puesto de trabajo discriminatorio, a la atención sanitaria que es rehusada en función de la procedencia o del género del profesional médico; al progreso científico que ajeno a las presiones conservacionistas debe buscar sus límites tan solo en el interés general y en el respeto humano; a la atención en el servicio público o la propia desconfianza y marginación hacia el inmigrante que en muchos casos se ve empujado a sobrevivir en condiciones infrahumanas tan solo por su condición.

En una sociedad multicultural como a la que afortunadamente nos vemos avocados, los argumentos del laicismo pueden enseñar a los individuos el sentido solidario y de cooperación más allá del fundamentalismo teocrático. De la misma manera, el respeto por la razón puede ayudarnos a encontrar una cierta comprensión, tolerancia y armonía entre las diferencias creando así sinergias de entrada y salida esenciales para la supervivencia y el entendimiento entre personas.

La libertad de poder escoger y guiarte por un estilo propio de vida regulado en función de unos criterios sustentados también, porque no, en la moral; decidir uno mismo que tipo de relaciones de pareja y familiares han de conformar nuestra vida; establecer con entera libertad los criterios y parámetros que han de dotar de sentido a nuestra propia existencia; aprender a sostener en la balanza la diferencia cultural, ética o religiosa de tal manera que no condicione ni la libertad física ni espiritual, son en cierta medida campos que el laicismo puede ayudarnos a explorar porque realmente se hace necesario un nuevo paradigma social que facilite la comunicación y el entendimiento y margine una vez por todas la imposición, la intransigencia y la sumisión ideológica.

Por Ignacio Sell Trujillo, Entre Sombras

miércoles, 6 de febrero de 2008

Dolores, Lolita, Lola

Uno ya ha vivido esto. Fueron unas declaraciones de la entonces en boga Montserrat Negrera –‘Supermontse’–, a unos días de las autonómicas catalanas, en octubre de 2006, las que me llevaron a dar un paso adelante.

La Nebrera, prohijada por el entonces líder del PP catalán, Josep Piqué, dedicaba unos preciosos minutos en horario de máxima audiencia radiofónica a meterle el cuerno a Ciudadanos, no al resto de partidos responsables de la penosa situación política de Cataluña.

Que el PSC se hubiese convertido definitivamente en el PNC –Partido Nacionalista de Catalunya–, o los envites liberticidas de los partidos soberanistas de viejo cuño, no eran lo fundamental para Montserrat Nebrera. Lo fundamental era machacar al pequeño grupo de ciudadanos que había decidido dar un audaz paso al frente convirtiéndose en alternativa electoral, ante la demostrada incapacidad de reconducir la situación exhibida por las distintas fuerzas políticas.

Todavía resuena en mi memoria la desvergüenza de las palabras de Nebrera, incidiendo en la línea de desprestigio marcada por su gran valedor, quien asociaba el discurso de Ciudadanos –o Ciutadans– al de la extrema derecha. La misma mierda, con perdón, que ha venido padeciendo el PP en sus carnes desde la izquierda sectaria del cordón sanitario versión premios Goya.

Pero nadie escarmienta en carne propia cuando de lo que se trata es de ahorrarle ataques sectarios al prójimo. Mandan las encuestas.

Ahora le toca el turno a Dolors Nadal, la nueva figura femenina a la que le ponen esperanzadas velitas los mandamases del Partido Popular en la circunscripción de Barcelona. Los mismos Ciudadanos, esos que no doblaron el espinazo cuando Aznar pactó la odiosa política de inmersión lingüística con Pujol, y que se quedaron sin representación no nacionalista alguna en el arco parlamentario catalán, serían ahora un grupo de extrema izquierda.

Extrema derecha, extrema izquierda… lo importante es que no cacen ratones. O votos; de los nuestros claro. No se admiten más miembros en el selecto club de los aparatos partidistas.

Y si ahora hay que decir que es un partido friki o que está “a favor del aborto” (sic), pues no pasa nada porque antes ya se dijo que eran “un bluf y un conglomerado de oportunistas” –Josep Piqué pixit et dixit en la precampaña autonómica de 2008–.

Pero olvidan, o quizá todo lo contrario, quizá tienen muy presente todas estas pasadas y presentes figuras de la derecha española guadiano-nacionalista –su entusiasmo con la causa del culto a las patrias peninsulares fluctúa con el lugar y el día de la semana–, que Ciudadanos es el proyecto más ilusionante e innovador que ha surgido en el panorama político español en muchos años.

Lo importante será que no lo olvidemos los votantes. El 9-M toca dar otro paso. También éste adelante. ¿O no lo sería darle el voto al único partido nacional con un programa confeccionado por sus bases que lo ha puesto a disposición de la ciudadanía en tiempo y plazo sin miedo al ridículo tacticismo de que ‘nos lo pueden copiar’?

martes, 5 de febrero de 2008

"Han dejado de lado los problemas reales de los ciudadanos."

Fernando Landecho: "Nuestro fin es el interés común de todos los españoles"

EL DISTRITO entrevista al cabeza de lista por Madrid del Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía

Aplicar el nuevo aire de Ciudadanos a la actual política española. Esa es la intención del partido Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Fernando Landecho, cabeza de lista por Madrid, explica para El DISTRITO que ese nuevo aire se basa en un futuro mejor para España, y sobre todo, en conseguir que los españoles sean cada día más libres e iguales.

Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía es un partido nuevo que, como tal se presenta por primera vez a unas elecciones generales, ¿en respuesta a qué o por qué motivo surge este partido?

Ciudadanos surge como un movimiento cívico de rebeldía frente a la situación política y social en la que está España y luego se convierte en un partido político como mejor manera de actuar en la sociedad. Surge frente a una partitocracia en la que los partidos políticos están ensimismados resolviendo sus problemas y han dejado de lado los problemas reales de los ciudadanos. Una muestra de que no solucionan los problemas reales de los ciudadanos es que llegan a pactar con los nacionalistas que son grupos de presión, grupos reaccionarios, que defienden unos problemas particulares en detrimento de los intereses de todos los españoles. Por ello, este movimiento cívico, de rebeldía, valiente y audaz que se ha enfrentado al nacionalismo se va a enfrentar también a todos los grupos de presión que menoscaban el interés común de todos los españoles

¿Por qué es necesaria una alternativa como Ciudadanos a nivel nacional

Nosotros hemos tenido éxito entrando en el Parlamento catalán y hemos dicho las cosas como son. Hemos sido un testigo incómodo que ha empezado a decir que no se puede pactar con los nacionalistas, que el problema real de los ciudadanos no es que tengamos que rotular en uno u otro idioma sino que el señor que tiene un comercio no llega a final de mes, las hipotecas, que no tenemos acceso a la banda ancha a nivel europeo, que nuestro estado de bienestar no es el mismo que el europeo... Eso pasaba en Cataluña y lo hemos denunciado pero es que eso pasa en toda España y hay que denunciarlo ahora desde el parlamento nacional.

¿Cuáles son las bases de su partido?

Nosotros ideológicamente estamos entre el liberalismo progresista y la sociedad en democracia. Electoralmente se puede entender que somos de centro izquierda, pero el centro izquierda progresista. Es un espacio amplio en el que creemos que está una buena parte de la sociedad, esa sociedad que cree en el progreso de España, en una España nueva mucho más moderna, mucho más parecida a Europa

¿Cuáles van a ser los principales ejes de su programa electoral?

Por una parte la reforma del modelo de estado con una reforma de la Constitución que tienda a recuperar competencias para el Estado central, donde queden perfectamente definidas cuáles son las competencias del Estado, cuáles las de las autonomías y cuáles las de las corporaciones locales. Por otra parte, vamos a proponer medidas de regeneración democrática en el sentido de que nuestra democracia avance, sea cada vez más moderna, y tenga más poder para los ciudadanos. No se trata de restar poder a los políticos sino de devolver el poder a los ciudadanos. Vamos a proponer una reforma de la Ley Electoral de tal manera que cada escaño cueste el mismo número de votos. Queremos aumentar las libertades individuales de los españoles y que los grandes temas de debate se pongan sobre la mesa, como la regulación de la eutanasia, la regulación de la prostitución y que se modifique la ley del aborto con una ley mucho más rigurosa. Y por último, la defensa del Estado de bienestar. Es inasumible la actual situación de la vivienda. Nosotros vamos a proponer un parque público de vivienda de protección oficial. Queremos aumentar los gastos sociales y, sobre todo, vamos a aumentar las inversiones en educación y sanidad. En educación queremos acercarnos a un modelo como el finlandés donde el 7% del producto interior bruto se dedica a educación. Educación pública, laica y de calidad es la base de una sociedad moderna en la que se garantiza la libertad de oportunidades.

Una de las propuestas más interesantes es la supresión del cupo vasco y los privilegios fiscales de Navarra, ¿cómo van a abordar este tema?

Lo vamos a abordar desde el principio de la igualdad de los españoles. No tiene sentido que unos territorios tengan beneficios en detrimento de otros. ¿Por qué tiene que haber derechos históricos recogidos en la Constitución? Los derechos no son de los territorios, los derechos son de todos los españoles. Esta tradición debe ser abolida porque no significa más que una injusticia entre españoles.


Ciudadanos se proclama el partido del «sentido común»

Publicada en El Mundo, autor Daniel G. Sastre.


 

El presidente de Ciudadanos y candidato de ese partido por Barcelona a las elecciones generales del 9 de marzo, Albert Rivera, respondió ayer desde su bolg a las declaraciones que ayer hizo la número uno del PP al Congreso por la capital catalana, Dolors Nadal, a este diario. En concreto, Nadal calificaba a Ciudadanos de «partido folclórico» y de «extrema izquierda». Ayer, Rivera contestó que «en parte tiene razón», porque las propuestas de su formación son «extremas.. de extremo sentido común».

Rivera reivindica a su partido en la carta, y se muestra muy crítico con las afirmaciones de Nadal. El texto se inicia con una convicción recurrente en Ciudadanos: que el resto de partidos utilizarán su mayor implantación para tratar de ningunearlos.«El establishment va a hacer todo lo posible para que no se denuncie la vieja política, que vienen practicando de espaldas al ciudadano, y no se conozca la nueva política, la que mira al futuro, la que dice las cosas tal y como son y la que intenta sumar y no dividir», afirma.

El líder de Ciudadanos también defiende el vídeo de presentación de su candidatura, denostado por Nadal, en el que, vestidos de cirujanos, varios miembros de las listas del partido hablan sobre el resto de formaciones políticas en tono distendido. La cabeza de cartel del PP dijo que el vídeo es «grosero»; sin embargo, Rivera no está de acuerdo. «Sinceramente, creo que es mucho más grosero acudir a la hemeroteca y ver como el Partido Popular ha defendido junto a CiU la inmersión lingüística obligatoria en Cataluña durante tantos años, incluso con la mayoría absoluta de Aznar [...]. ¿Tan valientes que fueron ustedes para llevar a nuestro país a la Guerra de Irak y no lo fueron para defender las libertades de padres, madres y alumnos en la educación catalana?», se pregunta Albert Rivera.

Tampoco está de acuerdo el candidato de la formación en que Nadal sitúe a Ciudadanos en la «extrema izquierda» del arco parlamentario. En respuesta, Rivera alude a algunas actuaciones que su partido lleva en su programa -la igualdad de homosexuales y heterosexuales, la defensa de una educación y una sanidad públicas de calidad, la regulación clara del aborto con una ley de plazos, la investigación con células madre con fines terapéuticos o la defensa de un Estado laico que «respete la libertad religiosa individual»- y se enorgullece de que desde el PP todas ellas se califiquen de «izquierdosas».

Otro punto en el que Rivera discrepa de Nadal es la posibilidad de pactar con fuerzas nacionalistas: «Supongo que decir claramente que no entraremos o pactaremos gobiernos con partidos nacionalistas como han hecho ustedes le debe parecer de extrema izquierda». Y también en la crítica abierta que Ciudadanos hace del concierto económico navarro y vasco, al que Rivera se refiere como «los privilegios carlistas».

Frente a la «hipocresía social» y la «pugna partidista» que en opinión del presidente de Ciudadanos han dominado la disputa política entre PP y PSOE, su partido se yergue como defensor «de quienes se dedican a sumar, a trabajar por el bien común en todos aquellos asuntos en que sea posible».

Rivera dedica el último párrafo de su escrito a las críticas que recurrentemente recibe su partido. Y lo hace para destacar que, a su juicio, todos los «extremistas» acusan a Ciudadanos de ser radicales en aspectos diferentes: «Los extremadamente conservadores nos llaman extrema izquierda; los extremadamente nacionalistas nos tachan de extremadamente españoles por defender la Constitución; y los fascistas que nos amenazan de muerte nos llaman fascistas por defender los derechos fundamentales».

lunes, 4 de febrero de 2008

Frivolidades fiscales

Publicado en Estrella Digital

Luis de Velasco


Asistimos últimamente a un zoco fiscal, con el Gobierno a la cabeza, en una carrera a la baja en los impuestos. Naturalmente, de los impuestos directos, que se supone que son aquellos en los que se cumple, o se debe cumplir, el principio, cada vez más en desuso, de la equidad, ese de que pague más quien más tiene. Estamos en lo que podemos calificar como la banalización de la imposición. El sistema tributario de un país debe ser algo más serio y responder más a un diseño coherente que a impulsos esporádicos y demagógicos. Estamos ante algo, sin duda, importante.

"Los impuestos son el precio que pagamos por la civilización". Es una frecuentemente citada frase del magistrado del Tribunal Supremo de Estados Unidos Wendell Holmes y que figura en una placa en la entrada del IRS, la agencia tributaria de ese país. Es una referencia obligada frente a esta creciente banalización, moda que llega a nuestro país procedente de las tesis de Reagan y Thatcher y que ha encontrado un terreno receptivo no sólo en el PP, algo lógico, sino también, y crecientemente, en el PSOE.

Los últimos quince años de crecimiento económico en nuestro país, según un modelo que ya está mostrando dramáticamente sus carencias, se han caracterizado por una creciente desigualdad social, algo ya reconocido por todos. Desde 1995, el salario medio real ha bajado un 4 por ciento. En ese periodo, la participación de los salarios en el ingreso nacional ha bajado cerca de tres puntos a pesar del gran aumento de los empleados. La pobreza relativa, es decir, el porcentaje de la población que ingresa menos del 60 por ciento de la media nacional, alcanza al 20 por ciento de la población, mientras en la UE-15 es el 16. Hay muchos más indicadores de esta situación, que tiende a empeorar.

El principal, ya casi el único, mecanismo de redistribución, de acrecentar lo que se llama el salario social, sigue siendo el presupuesto de un país. En el nuestro cada vez cumple menos este objetivo. Una consecuencia más del desbordamiento del Estado de las Autonomías es que el presupuesto del Gobierno de la nación es ya algo residual, un escaso tercio del total, mientras que por parte de los gobiernos autonómicos se ha instalado una carrera para rebajar impuestos (siempre los directos, por supuesto), carrera en la que también participa el Gobierno central. Ya no se trata de no subir impuestos. Ello a pesar de que los indicadores comparativos con la UE-15 muestran que hay margen para ello y mucho más equitativamente. Ahora la carrera es para bajarlos. Se olvida que si queremos buenos servicios públicos hay que pagarlos. España sigue a la cola de la UE-15 en gasto público en términos de PIB y por habitante, un 65 por ciento del promedio de ese grupo. El impuesto sobre la renta es prácticamente ya un impuesto sobre las nóminas, mientras el fraude y diversas formas de elusión fiscal crecen, especialmente en los segmento de rentas más altas. La progesividad del sistema fiscal disminuye mientras arrecian las voces que, bajo supuestos planteamientos neutros y técnicos de eficiencia y sencillez, piden el aumento de la imposición indirecta, regresiva por definición.

Frente a toda esta marea se imponen dos cosas. Una, labor didáctica de explicar para qué son y cómo deben ser los impuestos. Dos, voluntad política para enfrentar las injusticias. Seguramente demasiado para los tiempos que corren.

Luis de Velasco

domingo, 3 de febrero de 2008

LO QUE NOS JUGAMOS DE VERDAD

El verdadero y auténtico drama que reflejan las encuestas sobre las elecciones del 9-M publicadas hasta el momento sigue quedando oculto tras una espesa cortina de humo que interesa mantener a los partidos mayoritarios actuales así como a los partidos separatistas (que en Galicia, el País Vasco y la Cataluña franceses y españoles suelen llamar nacionalistas). Y sin embargo es el meollo de nuestro devenir.

En efecto, tanto si gana en mayoría relativa el PSOE como el PP, la futura dinámica política es la misma, y, además, es idéntica, en sustancia, a la perpetrada en los últimos veinticinco años. Y es un esquema sencillo: el partido con más escaños (pero sin mayoría absoluta) acordará algún tipo de alianza con uno o dos partidos separatistas para poder estar en los cargos de gobierno (que no es lo mismo que gobernar ni ejercer el poder). En ese acuerdo, naturalmente, concederá más reivindicaciones a los separatistas y profundizará en el desguace de España, para seguir manteniendo ministerios (vaciados de contenido), poltronas, prebendas, mini poderes gratificantes o remunerativos, etc.…

El tema es crucial para los españoles, al menos por dos razones fundamentales. En primer lugar, la desintegración de España, el acercamiento paulatino, impune y desvergonzado, de regiones españolas a la independencia es un mal en sí, pues es la exaltación de los valores del etnicismo, la insolidaridad, el racismo y la creación de ciudadanos de primera y de segunda, primando sobre los valores humanistas de la Ilustración. No olvidemos que no se trata de liberar ni descolonizar ni des-subyugar, sino de romper una unión de siglos y crear fronteras, "nosotros contra ellos", dónde no las había. Por eso son separatistas. Sólo puede traer desgracia para todos (salvo para una oligarquía separatista, a corto plazo). En segundo lugar, la cesión, ya formidable, de poderes reales y presupuestos a las regiones, anula totalmente la posibilidad del gobierno central para ejercer las políticas sociales garantistas, solidarias y redistributivas que los ciudadanos necesitan y para asegurar las libertades individuales en toda la nación española. El haber llegado al "Estado Residual" es uno de los más graves atentados contra una política igualitaria y social en toda España. Una auténtica tragedia.

Esto no se les cuenta a los españoles, y la alianza de poderes mediáticos y financieros con el ansia de poder político, todo a corto plazo, ni va a informar sobre el medio y largo plazo (con lo cansado que es pensar….) ni va a subrayar nunca lo esencial. Antes al contrario montarán las cortinas de humo propagandísticas que aúpen a sus amigos a los puestos donde les puedan ayudar…al negocio para cuatro añitos.

Así, unos dirán que la realidad no existe (El PSOE e IU). Por ejemplo ¿Cómo osamos decir que España se rompe? Pues bien, cuando un español no puede escolarizar a su hijo en castellano en una región de España, cuando una española no puede ir a dar a luz a una región limítrofe y natal porque el expediente médico viene en vascuence, cuando un parado español recibe distinto trato fiscal según la región donde habite, cuando el agua del Guadalquivir no es de todos los españoles sino de la Junta de Andalucía para mayor gloria de sus políticos, España no se rompe, España se ha roto.

Otros dirán que ellos sí ven la realidad pero que se oponen y hacen todo lo posible para enmendarla (El PP). ¿Los que han votado el Estatuto Valenciano y el Andaluz, clon del catalán? ¿Los que permitieron la ley de inmersión del catalán del 99? ¿Los que dicen (Zaplana) que pactarán con el nacionalismo "moderado", como si tal entelequia existiera de verdad? ¿Cuánto más nos quieren tomar el pelo?

Lo que nos jugamos, o deberíamos jugarnos, en las elecciones del 9 de marzo, es mucho más que cuatro matices y elegir entre eslóganes mentirosos de rancia izquierda o de derecha hipócrita. Lo que nos jugamos es salir de la rueda infernal en que se ha convertido la política de nuestra nación. Lo que nos jugamos es recuperar el sentido común, los valores humanistas y la dignidad. Y votando a los partidos existentes en el parlamento, eso es imposible. No hay más remedio que encender una revolución ciudadana plena de lucidez y coraje, y ya han nacido los partidos que la representan. Son la única opción. Como es sabido, la abstención, tan comprensible en estos momentos de bajeza y miseria moral, no deja de ser complicidad de la peor elección.

Algunas voces lúcidas, que se han percatado del momento histórico crucial que vivimos, ya se han alzado pidiendo la solución que , antes que nadie, solicitó el partido Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía: una alianza entre grandes partidos nacionales para hacer frente al chantaje separatista y sacar, como cuestión suprema, a España de su larga agonía.

Hasta para esto es indispensable votar a los nuevos partidos de ciudadanos. Ellos podrán tener la clave para forzar esa solución indispensable.

Los ciudadanos despiertos de esta nación tenemos un mes para despertar a los demás y creer en la revolución ciudadana, porque, como alguien dijo en otro contexto, una sola chispa puede incendiar toda la pradera. Los ciudadanos españoles necesitan esa chispa.

Epílogo: "Vivimos en el regodeo de la estupidez" Angélica Liddel. Dramaturga.


Enrique Calvet