viernes, 10 de agosto de 2007

En defensa de lo nuestro

Leo una noticia que contiene las primeras declaraciones de la sucesora de Jaume Matas, Rosa Estaràs, al frente del PP balear. Me pregunto si habrán sacado algo en claro del último sofoco electoral. Ninguna novedad: “El PP defenderá en la comunidad autónoma la identidad del pueblo balear, la insularidad, la lengua y las costumbres como históricamente ha defendido. Asimismo, profundizaremos en la defensa de lo nuestro desde una línea de humildad y absoluta moderación”. Se agradece la humildad y la moderación, Rosa.
Se trata de toda una declaración de principios que, sin duda, los ciudadanos de las islas Baleares ansiaban escuchar a sus políticos. Al parecer hemos encontrado en España la fórmula mágica que soluciona todos los problemas de los ciudadanos: más nacionalismo, más “defensa de lo nuestro”. Una fórmula ya experimentada con éxito y hasta sus últimas consecuencias en Europa, y que dio como resultado un par de guerras mundiales.
Lo paradójico de todo esto es que los políticos, supuestos defensores del bien común por encima de intereses particulares o grupos de presión, sean los que día a día alimentan los más bajos sentimientos de insolidaridad entre los ciudadanos bajo el consabido pretexto identitario. Aunque pensándolo bien no es paradójico, así es la polítca actual que practican nuestros representantes actuales y que se resume en la defensa de los respectivos corralitos.
No contenta con lo anterior, nuestra humilde y moderada líder del PP balear nos ofrece un análisis de las causas que llevan al PP a ser el partido más votado. Lean y pásmense: “El PP del archipiélago siempre ha protegido intereses como la identidad del pueblo balear, la insularidad, la autonomía, la tierra, la lengua y las costumbres, lo que nos ha permitido obtener más de 194.000 votos en las pasadas elecciones autonómicas y municipales del 27 de mayo”. Insularidad, tierra, costumbres, identidad..., ¿dónde quedan los ciudadanos? ¿Es éste el balance de gobierno que presenta el PP balear? ¿Cómo puede sostener el PP sin sonrojarse que defienden una “nación de ciudadanos libres e iguales”? Más bien podrían hacer una nación de unos cuantos corralitos libres y desiguales.
En este mismo artículo, Rosa Estaràs se queja de que la causa de no haber renovado la mayoría absoluta es que no han sabido “vender y explicar los logros del gobierno anterior”… Pues algo me dice que este no es el camino.
España necesita un partido que se preocupe de los ciudadanos y sus problemas, que actúe sin complejos y desde la razón contra esta frenética carrera hacia un particularismo delirante. Una voz que diga alto y claro, que el culpable de la descoordinación en la extinción de incendios, de la pésima gestión tras un apagón, del caos en las estaciones de ferrocarril y aeropuertos no es ese ente llamado Madrid, sino unos políticos ensimismados que vagan por su particular matrix negociando pequeñas parcelitas de poder.
Cuando tienen que salir a hacer política de verdad y solucionar los problemas reales de los ciudadanos se mueven en terrenos desconocidos. Y claro, se les nota.
Raúl Hernández

miércoles, 8 de agosto de 2007

Identidades y sentimientos

Me alegro de que por fin, después de 3 años en La Moncloa, Zapatero se prevenga, y nos prevenga, contra las políticas identitarias. Parece que el vodevil navarro, como lo llama Luis de Velasco, ha hecho escarmentar al adolescente (Arcadi Espada dixit) para llegar a la conclusión de que la comunidad foral debe afrontar una nueva etapa que abandone “el tiempo de la crispación, de la tensión y de usar Navarra, que es de todos, en una confrontación de identidades que casi siempre acaba en una confrontación de sentimientos”.

Más le hubiera valido leer las “Cartas a un joven disidente” de Christopher Hitchens y en particular esta imprescindible posdata: “Cuídate de las políticas identitarias. Lo repito de otro modo: no te involucres en políticas identitarias. Recuerdo muy bien la primera vez que oí el dicho “Lo personal es lo político.” Comenzó como una especie de reacción contra las derrotas y adversidades que siguieron a 1968: un premio de consolación, podrías decir, para los que se habían perdido aquel año. Supe íntimamente que una idea pésima se había infiltrado en el discurso. No me equivocaba. La gente empezó a levantarse en reuniones y a disertar sobre sus sentimientos, no sobre qué o cómo pensaban, y sobre lo que eran en lugar de sobre lo que habían hecho o defendido (si tal era el caso). Llegó a ser la reproducción, en una forma menos interesante, del narcisismo de la pequeña diferencia, porque cada grupo de identidad engendró sus subgrupos y “especificidades”.”

Lo que tiene mal encaje, por usar intencionadamente la jerga al uso desde que se abrió el melón estatutario, es la genuflexión permanente y constante del jefe de Gobierno ante los identitarios de toda laya: de Carod a Mas, de Anxo Quintana a Suso de Toro y de la diputada Uxue Barkos, de la Nafarroa Bai con la que le ha prohibido pactar a Puras, a la IU del catalanista Saura. Sólo al inicio de legislatura hubo una fisura, como ahora en Navarra, con ese discurso. Se produjo en el debate sobre el rechazado Plan Ibarreche, al que, con su errática sintaxis, Zapatero le vino a decir algo así como que “juntos vivimos y juntos decidimos”, además de señalar con acierto que un Estatuto no podía ver la luz con un apoyo del 50%, lo que sí valió en el referéndum de Cataluña.

Llegados a este punto sólo queda recordar que el PP empata a fisuras con los socialistas: 2-2, Ibarreche y Cataluña contra Ibarreche y Navarra. Y es que fuera del proyecto secesionista del Lendakari y de la reforma del oasis, los populares han doblado la cerviz ante los identitarios de Andalucía, Canarias, Baleares…..y por supuesto Valencia, la primera reforma que tramitaron las cortes y que impulsó el Gobierno de Camps. Sin olvidar los guiños del galleguista Núñez Feijó - heredero del no menos galleguista, entre otros ismos, Fraga Iribarne- a la de momento frustrada incursión en el “qué hay de lo mío” de la comunidad más occidental de España. Un camino que ha apuntalado perfectamente el rutilante fichaje de Génova, Juan Costa, al proponer una vuelta al 96. Una involución, por tanto, al Aznar que entregó la cabeza de Vidal Quadras en bandeja de plata a un Pujol no suficientemente saciado con las múltiples transferencias y cesiones competenciales o al que se fió del PNV para intentar acabar por el arriolista método del diálogo con ETA, en vez de al gobernante que supo impulsar con firmeza un Pacto Antiterrorista que le había propuesto la oposición o al que ensayó proyectos vertebradotes, con independencia de su idoneidad técnica, como el PHN o el pacto por la Justicia.

La prioridad de cualquier proyecto nacional, racional e ilustrado para las próximas elecciones generales debe pasar inexorablemente por el combate desprejuiciado de los mitos en que se han dejado mecer los dos grandes partidos. Y lo han hecho, sí, por una confrontación de sentimientos: del sentimiento egocéntrico del poder por el poder, que olvida los principios y suaviza las realidades.

Julio Veiga

lunes, 6 de agosto de 2007

El vodevil navarro

Publicado en Estrella digital
Autor: Luis de Velasco


El devenir y el desenlace del “culebrón” navarro no son ninguna sorpresa. Desenlace hasta ahora, pues no son descartables, ni mucho menos, nuevos episodios como la o las dimisiones del candidato Puras y del secretario general del PSN, Chivite.

Ninguna sorpresa, al menos para quienes, conociendo bien el PSOE, venimos sosteniendo desde hace años que cualquier vestigio de principios o decencia política ha sido definitivamente arrumbado por el más grosero oportunismo político, por el burdo deseo de mantener o tocar poder, por mantener o adquirir puestos de trabajo (los propios). Esto, que puede parecer un primitivo análisis político, es un elemento del que no cabe prescindir a la hora de analizar seriamente lo que ocurre en este país, especialmente desde el triunfo electoral de esa formación en el 2004. Aunque justo es reconocer que ese oportunismo a toda costa ya venía desde años atrás cuando, poco a poco pero de manera continuada, se van abandonando señas de identidad imprescindibles en todo proyecto que se reclame no ya socialista o socialdemócrata sino simplemente progresista. Entonces se hablaba de “pragmatismo”.

En el desarrollo del vodevil navarro, auténtica comedia de enredo, hemos visto al candidato Puras y al PSN buscar como fuese (incumpliendo promesas electorales) la presidencia de la Comunidad e, incluso, plantear, parece que seriamente, un gobierno de concentración, por supuesto presidido por él mismo, que fue (hay que recordarlo) el tercer clasificado en la elección. Todo valía, con ese “todo” aprobado unánimemente por los máximos órganos del PSN, con tal de llegar al reparto de cargos, máxima aspiración ideológica, al parecer, de todos ellos. Eso sí, una vez más, arropado con la milonga de que “el pueblo de Navarra ha votado por el cambio” y lo de formar un gobierno de “progreso”, algo que sirve igual para un roto que para un descosido.

Pero el desenlace de la Ejecutiva del PSOE vetando este acuerdo parece contradecir todo el razonamiento anterior. En esa decisión han pesado, puede decirse, argumentos de ética y de ideología políticas que van desde no estar de acuerdo con el programa y los objetivos políticos de NaBai hasta el pensar que no es de recibo que un tercero en la elección de los votantes presida el Gobierno. Demasiado bonito para ser cierto. Lo que ha pesado en la decisión final de “Madrid” esta clarísimo y es sabido y reconocido por todos: puro y simple oportunismo electoral. Cálculo de que, en este caso, los inconvenientes superan claramente a las ventajas, concretamente a nivel nacional, a la vista de las elecciones generales en los meses inmediatos.

La corrupción ideológica y política, también presente en democracias de larga data, preside una parte creciente de las decisiones de los partidos españoles. En fecha reciente el PP, gran “adalid” de causas contra los nacionalismos, no ha dudado de expresar un acercamiento a los mismos pensando también en esas próximas elecciones. No hay que alarmarse, esto es moneda común en toda democracia asentada. Hay que tomar nota y lo que hay que combatir son los acuerdos claramente “contra natura” y respaldar los que muestran un componente de respeto mutuo y objetivos aceptables y coherentes con los principios de quienes hacen esos acuerdos. La política es conflicto y los pactos son necesarios pero con unos mínimos. No debe valer todo si se quiere que la actividad política sea algo respetable para la ciudadanía.


Luis de Velasco

domingo, 5 de agosto de 2007

De apagones y síntomas

¿Conocen Uds. una sola nación dónde no ondee la enseña nacional en cualquier edificio público? Desde luego en Bélgica, dónde voy a menudo, o en Canadá, por citar modelos queridos por nuestros políticos centrífugos, ondean siempre. También en los múltiples países de los otros cuatro continentes, que uno está muy viajado.. Entonces, ¿Ninguno aparte de España?
Sí, existe un sitio. En Kosovo. Todo un síntoma.

¿Adivinan en qué región de España, en breve espacio de tiempo, se derrumban las casas por las obras del metro, se inutiliza salvaje e impunemente el aeropuerto, no funcionan sistemáticamente los trenes, todos los años hay riadas terribles sin que en ninguno se hagan las infraestructuras necesarias y se produce el apagón más dañino y largo en resolver de la historia de la humanidad?¡ Justo esa ! Aquella en la que los políticos se dedican a inventar naciones a costa de sus ciudadanos. Todo un síntoma. (Por cierto se dedican a inventar naciones con lavado de cerebro incluido y ayuda del gobierno central.)

Y es que apagones hay muchos y de muy diversa índole. D. Pío Baroja decía que éramos el pueblo del minimum. ¡Mínimum de inteligencia! Clamaba. Y es posible que se nos hayan apagado las luces del intelecto a la vista de cómo reaccionamos ante las barrabasadas políticas de los nacionalistas y sus cómplices. Tampoco parece que brillen para nosotros los valores del siglo de las luces tal y cómo pisoteamos la solidaridad entre ciudadanos españoles, el respeto a la convivencia de lo diverso, el amor a la verdad, la supremacía del saber y de la educación….No parece que nos guíe tampoco ninguna luz democrática cuando despreciamos el acatamiento de la ley, especialmente desde las instituciones del Estado, ya sea por maldad o por lenidad.

Nos gustaría que no se apagaran las luces de la esperanza y que en las próximas elecciones generales aumentaran su brillo. CIUDADANOS se volcará en ello. Pero ahí están las encuestas del CIS. Todo un síntoma.
Enrique Calvet