sábado, 3 de noviembre de 2007

UPD: las preguntas incómodas

Por Félix Ovejero
Publicado en Letras libres

En el principio, una perplejidad. No se entiende el nacimiento de UPD si no se ha asistido al espectáculo, genuinamente español, de unos partidos que se proclaman de izquierda y que defienden tesis nacionalistas. Una combinación insostenible en los principios. A lo largo de la historia la izquierda ha luchado por la extensión del ideal de ciudadanía, por la eliminación de cualquier privilegio vinculado al origen, al linaje, al sexo, al color de la piel o a la clase social. Los nacionalistas asientan sus argumentos en la presunción de que la pertenencia a una comunidad cultural es un criterio legítimo para otorgar derechos especiales y para trazar fronteras. Además, cuando las comunidades míticas no se corresponden con la realidad cultural, como sucede en España, el antiigualitarismo empieza con los más cercanos, al convertir las características culturales, en particular la lengua, en fuente de discriminación. Lo dicho, agua y aceite. Pero es lo que hay.
De modo que los mimbres para el nacimiento de UPD no faltan. Pero, salvo intervención divina, que algo sea conveniente no lo convierte en posible. La necesidad de la que UPD surge como sensata respuesta no asegura el éxito del proyecto. Cualquier prospección acerca de su futuro debe empezar por tasar su ideario y su programa, la materialización del ideario en unas determinadas circunstancias. Pero también debe tener en cuenta las posibilidades de inserción en el juego político. Cuando escribo estas líneas no dispongo de materiales suficientes para encarar la primera tarea. De modo que me ceñiré a la segunda, no sin advertir que el género de la prospección política favorece la ilusión de precisión. Aunque los puntos y aparte adquieren la rotundidad de los teoremas, la argumentación está plagada de supuestos escamoteados y siempre faltan los datos. Queda hecha la advertencia.
Que las cosas le vayan bien a UPD depende, fundamentalmente, de las reglas del juego electoral, de lo que pase en este tiempo en el patio político y de sus propias acciones en ese tiempo, de cómo responda a las dos primeras circunstancias.
Las reglas del juego electoral no propician la aparición de un tercer partido nacional en condiciones de influir parlamentariamente. Nos lo recuerda cada cuatro años iu, con más votos y menos escaños que los nacionalistas. UPD quiere cambiar esas reglas, pero antes ha de jugar con ellas y salir bien parado. Prescindiendo de esa consideración, que ya es mucho prescindir, se pueden hacer algunas conjeturas acerca de la procedencia de los posibles votos de UPD. La pregunta sobre dónde esperan “robar los votos” se la han hecho hasta la fatiga a sus dirigentes. Y su respuesta no puede ser más respetuosamente democrática: los votos pertenecen a los ciudadanos, no a los partidos. Además, añaden, muchos se abstienen.
Con todo, aunque con formulación incorrecta, la pregunta merodea un problema inevitable: la procedencia de los votantes. A falta de datos, podemos hacer conjeturas. Empecemos por las seguras. Entre quienes votaron en las últimas elecciones, no cabe pensar que UPD atraiga a ningún nacionalista, incluso puede que su aparición movilice a algún nacionalista relajado o dubitativo que vea en peligro lo suyo. Dicho de otro modo, entre los que votaron, el voto a UPD irá en menoscabo del voto al PSOE y al PP. ¿Y entre los que se abstienen? Aunque aquí no hay conjetura que no sea una temeridad, no cabe esperar que propuestas como “la reforma de la constitución” arrastren fervorosamente a las urnas a los abstencionistas clásicos, que, llanamente, pasan. Otra cosa son los abstencionistas circunstanciales, los desencantados. Una parte importante de ellos, seguramente la mayoría, son votantes que se sienten de izquierdas pero se muestran críticos con los coqueteos nacionalistas del PSOE. Han dejado de votar al PSOE pero, por diversas razones, no votarán al PP.
Sea como sea, el debilitamiento de los partidos nacionales debería compensarse con una presencia parlamentaria lo bastante importante como para convertir a UPD en parlamentariamente relevante. De otro modo, se podría producir el paradójico escenario de que, debilitados, los dos grandes partidos acaben por depender todavía más de los nacionalistas. Desde el punto de vista electoral, los rivales de UPD no son los nacionalistas. Su rivalidad con los nacionalistas es política. Si se quiere, matrimonial. UPD no aspira a gobernar, a ser el partido más votado, sino a ser decisivo para el que tenga posibilidades de gobernar, es decir, aspira a sustituir a los nacionalistas, a convertirse en un partido “bisagra”, para decirlo con el léxico de ferretería ya consolidado. Pero es una bisagra con una complicada relación con la puerta. Tiene que abrirse su camino disputando con partidos a los que no le gustaría ver definitivamente debilitados.
El acontecer político de aquí a las elecciones, sobre el que poco o nada puede hacer el nuevo partido, es otra de las circunstancias que condicionará sus resultados. Aquí lo decisivo es lo que pasa y, no menos, cómo reaccionan a lo que pasa los otros partidos. En principio, a UPD le irán bien las cosas si, en el día a día, seguimos dándole vueltas a los problemas que están en su origen. Algo que no ignora Zapatero, al que no falta talento para las escaramuzas. Sus propuestas de estos últimos meses, precipitadamente calificadas como sociales, cumplían la función, entre otras cosas, de alejar el debate de los problemas que quiso resolver y que nos ha devuelto amplificados: el territorial y el terrorista. Y no le iba mal hasta que Ibarretxe levantó la mano y preguntó acerca de lo suyo: el referéndum sobre la autodeterminación con fecha fija. Era previsible: los nacionalistas tienen que colocar sus mercancías en sus particulares zocos. Para el nuevo partido, no es mala cosa el recordatorio de que los nacionalistas nunca dan por caducados sus productos. Sus predicciones se confirmarían. Eso en un primer momento. Más tarde, según reaccione el Gobierno, las cosas pueden estar menos claras. Incluso, como en el jiu-jitsu, el presidente podría rentabilizar la acometida nacionalista. Podría lanzar un doble mensaje que muchos estarían deseosos de creerse: he hecho lo posible por contentar a los nacionalistas, ahora hay que hacerles saber que el Gobierno de España no está dispuesto a ceder a los chantajes. Se acabó lo que se daba. Que sea verdad o no, la sinceridad del mensaje, resulta irrelevante: las elecciones están lo bastante cerca como para que no haya tiempo más que para las grandes palabras, para la pirotecnia. Después de lo corrido, quizá podemos pensar que mucha tendría que ser la buena fe, o la fe sin más, de los hipotéticos votantes socialistas, pero, a qué engañarnos, la digestión de ruedas de molinos no ha sido nunca un problema para ellos.
Sobre el paisaje de fondo enmarcado por esas dos coordenadas se tiene que desenvolver el nuevo partido. No puede controlar ni el estado del terreno de juego ni la táctica del rival, pero sí su modo de jugar. Tiene que encontrar su lugar entre el PSOE y el PP. Su inserción en el espacio político es peculiar. Por una parte, atendiendo a la procedencia de sus promotores, la izquierda es su marca de origen. Por otro, atendiendo a su mensaje, mantiene importantes coincidencias con un PP que, no sin ambigüedades e incoherencias, se ha mostrado crítico con la carrera estatutaria y que, por lo demás, sabe que lo tendrá muy difícil para pactar con unos nacionalistas cebados en pretensiones por Zapatero. UPD parece dudar entre presentarse como un partido de izquierda o como un partido “transversal”, en el que caben todos, izquierdas y derechas. Un partido en el que caben todos es distinto de un partido que se dirige a todos. Para aclararnos, Sarkozy levanta un proyecto de derechas al que se adscriben, más tarde, personajes que proceden de la izquierda (¿o es que nos hemos olvidado del equidistante Bayrou, que tantos entusiasmos despertó?). En UPD, desde el principio, han acogido a todos. Vargas Llosa no suscribe un proyecto de otros sino que está en la presentación del proyecto con sus propias ideas. La tentación es alta: recoger votos de todas partes. Pero también los riesgos: alejar la fuente de votos más promisoria, los abstencionistas desengañados del PSOE, que no encontrarían un mensaje suficientemente diferenciado del PP y que no se reconocen en un partido con liberales como Vargas Llosa, al tiempo que no se consigue atraer a unos votantes de derechas que, por lo que se sabe, se mantienen bastante fieles al PP y que no acabarán de creerse la imagen de la derecha que la propia competencia política obligaría a cultivar (¡Dios nos conserve la Educación para la ciudadanía!). El otro perfil con el que UPD se puede presentar es el de un partido de izquierda que se resiste a desmontar un Estado en el que ve, antes que la cristalización de eternas esencias, un instrumento de realización de la justicia, una garantía de igualdad entre todos los ciudadanos. Seguramente, con ese mensaje atraería no sólo a los votantes del PSOE descontentos, sino a otros, también de izquierda, instalados en la abstención, aquellos que ya no votan al PSOE y que “nunca votarían al PP”. Esa clarificación de ubicación, además, evitaría una indefinición ideológica que puede complicar el propio funcionamiento, atascándolo en inacabables polémicas “de fundamentos” , y puede facilitar una elemental cohesión interna que, más allá de las consideraciones programáticas, siempre deudoras de las circunstancias, evita la necesidad de andar cada día buscando diferencias respecto a un PP que está lejos de ser un partido ultramontano, al menos no menos que lo es una parte importante de la izquierda europea con problemas para digerir no ya el matrimonio homosexual sino hasta las parejas de hecho.
La resultante de tales fuerzas se verá en las próximas elecciones. Todo lo demás son especulaciones, incluidas las líneas anteriores. Es poco lo que podemos establecer con certeza. Eso sí, hay una cosa segura, la aparición de Ciudadanos y ahora de UPD ha recuperado las preguntas incómodas. Ya no valen los conjuros vacíos de “la riqueza de la diversidad” o la “España plural”. Se acabó el silbar.

viernes, 2 de noviembre de 2007

11-M: caso cerrado

Publicado en elpais.com
El mayor sindicato policial anuncia querellas contra los "conspiranoicos"
El SUP sale en defensa de los agentes acusados de encubrir los atentados

JORGE A. RODRÍGUEZ - Madrid - 02/11/2007

Tras la defenestración judicial de la teoría de la conspiración, llegan los anuncios de querellas. El Sindicato Unificado de Policía (SUP), mayoritario en el Cuerpo Nacional de Policía (más de 30.000 afiliados) ha anunciado que presentará "lo antes posible" querellas o denuncias contra los políticos y periodistas más destacados de la teoría de la conspiración y en defensa de los agentes que han sido acusados por los conspiranoicos del 11-M de ser "encubridores, autores, inductores, cómplices o falsificadores" en la investigación de los atentados. Media docena de policías, desde agentes de base a comisarios, barajan en la actualidad iniciar medidas similares de forma individual.

José Manuel Sánchez Fornet, máximo dirigente del SUP, confirmó ayer que intentarán exigir responsabilidades penales por sus acusaciones "injuriosas y malintencionadas" de, entre otros, del dirigente del PP Ignacio Astarloa, secretario de Estado de Seguridad antes, durante el 11-M y los dos meses siguientes; del diputado de UPN-PP Jaime Ignacio del Burgo, escritor de libros sobre la conspiración y firmante de las preguntas parlamentarias más extravagantes sobre el 11-M; el periodista de El Mundo Fernando Múgica, el locutor estrella de la cadena de los obispos Cope, Federico Jiménez Losantos -"el locutor rabioso", según se le califica en los escritos del SUP- , y el inventor de la mayoría de los bulos, Luis del Pino, colaborador de la Cope, Libertad Digital y otros medios.

"La decisión sindical está tomada desde el 5 de junio de 2005 de ir contra los autores de la conspiración, sean periodistas o políticos. Ahora es el momento", confirmó Sánchez Fornet. El gabinete jurídico del SUP ya estudia la sentencia y las posibilidades legales que abre. La primera querella será presentada en la Audiencia Nacional. Pero si los jueces deciden que carecen de legitimidad para hacer una defensa de la policía en su conjunto, buscarán nuevas vías.

Las alternativas barajadas son la de acudir a la vía contencioso-administrativa, de forma que se consiga forzar al Ministerio del Interior a asumir al defensa de los agentes. La otra es presentar una propuesta en el Consejo de la Policía que pida a Interior que defienda los intereses de los policías acusados individualmente o en conjunto.

El SUP ya ha recopilado recortes de prensa y grabaciones en las que se acusa a agentes con nombres y apellidos de colocar la bomba de Vallecas, de haber permitido el atentado, de haber falsificado pruebas, de tener conexiones con ETA o de colaborar en un golpe de Estado.

jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Quién avala la conspiración?

Publicado en ABC.es
German Yanke

 

¡Lo que hemos escuchado y leído! Que la «falta de autopsias» en el piso de Leganés ponía en duda lo que allí había ocurrido e incluso que los ocupantes de la vivienda «habían sido suicidados», que la mochila era una prueba falsa, que no se sabía lo que había estallado en los trenes, que no se quería investigar el papel de ETA en los atentados del 11-M, que había que ver qué hacían o qué responsabilidad tenían determinados servicios del Estado, que se quería imponer una «verdad oficial», que el juez instructor era un patán o un manipulador, que el secreto del sumario atentaba a la defensa de los imputados y a la propia investigación. Y más. Y mucho más.

Ese ha sido el ambiente de crispación en el que se ha llevado a cabo la investigación y el juicio. Aunque ayer el tribunal presidido por el magistrado Javier Gómez Bermúdez replicara a argumentos utilizados en el juicio, la sentencia tiene una clara descripción de la mayoría de estos procedimientos de «la teoría de la conspiración»: se toma un hecho, se descontextualiza, se desvirtúa así su significado real y sus consecuencias lógicas y jurídicas, se hace pender todo el proceso de el hecho así entendido y, tras todo ello, se siembra la duda, se critican las evidencias y se coloca encima de la mesa una «teoría alternativa».

Más claro, agua. O ni eso. La sentencia establece que no hubo indefensión por el secreto sumarial, que la referencia a la ausencia de autopsias es falaz, que no hay duda racional sobre lo que ocurrió en el piso de Leganés, que la prueba de la mochila -aunque fuera trasladada en un «extravagante periplo»- es auténtica, que no hay, por el contrario, prueba alguna que avale la tesis de la participación de ETA y que se ha acreditado cómo se compraba, se trasegaba y se transportaba la dinamita desde Asturias hasta el grupo terrorista islamista en Madrid para ser utilizada en los atentados.

Más incluso: que no es verdad que los peritos coincidieran en que no se puede saber lo que estalló el 11-M; que su acuerdo era en torno a la imposibilidad de determinar la marca comercial del explosivo. Es decir, que se ha acreditado que toda o gran parte de la dinamita procedía de la Mina Conchita y que Suárez Trashorras ha sido condenado como cooperador necesario.

Para quienes han insistido en que no se ha investigado la posible participación de ETA, la sentencia señala no ya que una ampliación de la investigación debería sustentarse al menos en indicios serios, sino que la revisión de los testimonios y de al menos nueve informes revela la ausencia de prueba alguna.

Lo sorprendente, vistas las evidencias, es que entre los conspirativos y los defensores de teorías alternativas no sólo había periodistas alterados e investigadores aficionados. Allí han estado algunos dirigentes del PP, con su secretario general entre ellos y el portavoz parlamentario a la cabeza.

No se entiende que, tras la Comisión de Investigación en el Congreso -que el PP tomó con entusiasmo para defenderse de las acusaciones de mentir o de tener alguna responsabilidad por su política exterior, extremo impresentable- se haya mantenido una estrategia tan alejada del sentido común promocionada por este grupo y no desautorizada por los demás.

En este contexto, las palabras de Mariano Rajoy «ante» la sentencia, como reza el documento del PP, son paradójicas y atosigantes. El líder de la oposición, en vez de limitarse a acatar y respetar la sentencia y recordar a las víctimas, afirma que apoya «otra» investigación para que sean identificados los inductores o autores intelectuales de los atentados «sin límites en la acción de la justicia».

Ante tan desafortunada declaración se ha argumentado después que ya la fiscal dijo que algunos de ellos podrían no estar en el banquillo, pero a nadie se le oculta que, después de todo lo dicho y hecho por algunos de los suyos, parece más bien que lo que respeta y acata es la actuación atrabiliaria de estos y no la de los jueces.

Como si faltara algo, como si se tratase de una media verdad, como si se pudiese obviar, entre otras cosas, que «El Egipcio» no ha sido condenado por pertenencia a organización terrorista porque ya ha sido condenado por el mismo delito en Italia, como si la «otra» investigación no siguiera llevando al terrorismo islamista.

 

Publicado en ABC.es
German Yanke

miércoles, 31 de octubre de 2007

OPA…P

Mucho se ha hablado en esta legislatura acerca de la necesidad de reformar la ley que regula las Ofertas Públicas de Adquisición de valores. Estas operaciones, comúnmente conocidas por sus siglas –OPA–, son uno de los elementos clave en la continua reconfiguración del mapa empresarial nacional.

Fijando como referencia la práctica anglosajona, con un largo y rico historial de paulatino perfeccionamiento a sus espaldas, los críticos de la actual ley de OPAs española apuntan algunas de sus deficiencias principales.

Se critica, por encima de otras consideraciones, la facilidad con la que un comprador puede adquirir el control de otra empresa sin dar la cara. Dar la cara significa aquí hacer una oferta clara y abierta a la totalidad de los accionistas de la empresa objetivo.

Con su aquiescencia respecto a las ofertas parciales, la ley española permite cambios de control que adolecen de una gran falta de transparencia por el desigual trato otorgado a los distintos tenedores de valores.

Tras el anuncio del pasado jueves, mediante el cual UPyD confirmó que acudirá en solitario a las próximas elecciones generales, parece oportuno extender esta reflexión desde el campo empresarial al de los partidos políticos.

Quizás tendría sentido que, tras lo acontecido en estos últimos meses, los distintos proyectos de regeneración democrática en nuestro país pasasen a incluir una nueva propuesta de ley en sus programas: aquella mediante la cual los acercamientos entre partidos tuviesen que estar regidos por el principio de la máxima transparencia.

De ese modo se lograría neutralizar la posibilidad de recurso a argumentos tan peregrinos como el empleado por UPyD en el citado comunicado del 25 de octubre. De acuerdo con este argumento, Ciudadanos sería un partido ‘distinto’ –que desempeña “otro papel”–, porque de no ser así los impulsores de UPyD se habrían integrado en esa formación. Ahí queda eso, fijando postura, tras tanta declaración repleta de ambigüedad.

¿Acaso difiere esta lógica de la inserta en afirmar el tan denostado “lo que no existe, no puede delinquir” –Goirizelaia dixit–? En los dos casos, desde un punto de vista puramente lógico, se consagra un apriorismo circular, ajeno a cualquier incursión en la realidad exterior al pseudo-razonamiento.

¿Cómo de ‘distinto’ será C’s respeto a UPyD si llegada la noche del escrutinio electoral la suma de los votos en alguna circunscripción llegará al umbral de escaño no obtenido por ninguna de las dos formaciones en solitario?

Ya sé quienes brindarán con cava –o txacoli– ese día. Muchos, demasiados ciudadanos, no nos encontraremos entre ellos.

lunes, 29 de octubre de 2007

UPD NO QUIERE A LOS CIUDADANOS

Publicado en Estrella Digital.

Unión, Progreso y Democracia, el denominado, por algunos medios, partido de Rosa Díez y Fernando Savater , comunicó oficialmente este jueves su decisión de acudir en solitario a las elecciones de marzo rechazando las repetidas ofertas de colaboración por parte de Ciudadanos- Partido de la Ciudadanía. La reunión entre ambas formaciones, la primera y última, duró unos escasos cinco minutos, los necesarios para que UPD comunicara su decisión.

Quienes, desde Ciudadanos, trabajamos por una opción política nueva que devuelva algo de esperanza a los muchos ciudadanos de este país cansados de muchas cosas, cosas que van desde el chantaje permanente de los partidos nacionalistas y filonacionalistas hasta la imparable degeneración de una democracia cada vez más plana y deteriorada, no podemos sino lamentar esa decisión que entendemos equivocada. No vale la pena tratar de aplicar aquí principios de estricta racionalidad. En toda decisión humana, y una decisión política ( aunque muchos crean lo contrario) lo es, juegan otros factores como la simpatía, la emoción, la empatía, la vanidad, el ego. Seguramente, algo de eso ha habido en esta decisión.

Su comunicado oficial de rechazo a la oferta de Ciudadanos ofrece no pocas perlas dignas de un cuidado análisis pero que no vale la pena hacer. Baste señalar algunas.

Poner como, primer párrafo en las causas de su rechazo, un error de forma , indudable, cometido por la dirección de Ciudadanos es ridículo, viniendo además de una formación que poco ejemplo puede dar, al menos hasta ahora, de democracia interna y de nuevos modos. Es aquello de la paja en el ojo ajeno, etc. Pero vayamos a lo de fondo, no a las formas. Ciudadanos tiene dos pecados originales , según UPD: ser un partido no nacional y ser un partido de algo tan apolillado como el centroizquierda( la huella de quienes perdieron el congreso, absolutamente democrático, de Ciudadanos el pasado julio y se fueron, se ve aquí). Lo primero, es simplemente mentira. Lo segundo es cierto y frente ello UPD opone la formula mágica de la transversalidad, algo que reúne a socialistas declarados con también declarados seguidores de algo tan apolillado como un economista austríaco llamado Hayek (los que no lo hayan oído nunca, que serán la mayoría, consultar enciclopedias). Algunos llamarían a eso, simple oportunismo político.

Agitan además el espantajo de unas declaraciones de un destacado militante e ideólogo de Ciudadanos, Francesc de Carreras. Aparte de que lo que dice UPD no es cierto, Ciudadanos y el propio Carreras han sido siempre clarísimos ( Ciudadanos, mucho antes de UPD aunque sólo sea por el hecho de que se creó un año y medio antes) en rechazar frontalmente cualquier veleidad autonómica y nacionalista. Finalmente, la mayor parte, por no decir todo, del núcleo central del programa de UPD está, digamos, inspirado (algunos dirán, copiado) del ideario y programa de Ciudadanos.

¿Qué separa a ambos partidos? Hay que ser muy perspicaz para averiguarlo y aquí juega ese componente citado en las decisiones humanas. Una lástima pues pierden los ciudadanos al perder ambos partidos, no llegando a un acuerdo electoral. La responsabilidad de esta ruptura está clara.

Ciudadanos, que se presentará a estas elecciones con alcance nacional, enfrenta obstáculos formidables para tratar de convertir el espacio político, que sin duda tiene, en espacio electoral, es decir en votos que es lo que cuenta. Obstáculos, muchos y que se sintetizan en el rechazo frontal de los instalados en el sistema ( no sólo partidos políticos, hay muchos más actores) a que aparezcan nuevos interlocutores por pequeños que, al menos en principio, sean.
Luis de Velasco

domingo, 28 de octubre de 2007

EL ESPÍRITU DE C’S ( y dos)

Quedábamos emplazados la semana pasada para que con mi modesta prosa les expusiera el segundo rasgo esencial de los debates habidos en la creación del primer Consejo de la Federación de Madrid de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Como siempre, se desgaja ese rasgo de separar el grano de la paja y de ir al significado profundo de lo acaecido.

Pues bien, tras los intercambios , que analizamos la semana pasada y que han quedado brusca y dolorosamente obsoletos, sobre la necesidad de coaligarse generosamente con el partido de Rosa Díez el gran tema que se puso sobre la mesa fue el de enriquecer el mensaje y los objetivos del Partido de los Ciudadanos.

En efecto, muchos compañeros, y en particular los de una lista concreta, manifestaron su opinión de que el Partido debía centrarse más intensamente en problemas vitales cotidianos de los españoles tales como la vivienda, el “mileurismo”, la seguridad ciudadana, la educación, etc…O, ¿por qué no? La justicia, tan lamentablemente incompetente y grotesca en la sociedad española actual. Si en España no funciona el estado de derecho es por la total incapacidad y cuasi inexistencia “de facto” de la Justicia, lo que queda palmario desde el metro de Barcelona hasta el Constitucional.

Pero volviendo a nuestro tema, lo que esos compañeros preconizaron fue el temor de que nuestro discurso se quedara demasiado pobre al satisfacerse solamente de la lucha contra los separatismos, abiertos o encubiertos, del combate contra las desigualdades y de la necesidad de reforma de la Constitución . Discrepaban así de otros compañeros que centraban mucho más intensamente su línea de actuación en el problema del chantaje nacionalista y sus consecuencias insolidarias y secesionistas. Sin dejar de considerar importantes estos temas, los otros intervinientes apuntaron la necesidad de tratar con ahínco las carencias y las necesidades reales y tangibles de los ciudadanos.

Obsérvese que el objetivo toral del Partido permanece intacto: La mayor libertad, prosperidad y fraternidad de los ciudadanos españoles. Lo que los militantes expusieron fueron otras vías y la conciencia de otros problemas para alcanzar ese objetivo irrenunciable.

Una vez más he de expresar el orgullo de conocer ese debate y el espíritu de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Los dos ejes de las intervenciones se podrían resumir en cómo alcanzar mejor la felicidad futura de los ciudadanos: primero ser eficaces con alianzas electorales generosísimas(tema UPyD), segundo multiplicar la visión para abarcar todos los problemas que los afectan. Ninguna alocución dedicada a personalismos, a tacticismos de andar por casa para salir elegido, a temas internos, a politiqueo. Todos, absolutamente todos los presentes sabían perfectamente que estaban ahí porque sentían el impulso irrefrenable, el deber, de hacer algo por la sociedad española en este momento delicado y crucial de su historia. Para politiquería y pesebres ya están otros.

Para terminar quisiera hacer una pequeña reflexión al albur de la postura de los compañeros preocupados por los problemas tangibles y cotidianamente dramáticos. Antes que nada hay que decir que no hay dos posturas enfrentadas y que todo el mundo es consciente de la importancia de todos los temas, la reforma de la Constitución como la vivienda. Los debates llevan a matices, prioridades, intensidad prioritaria del esfuerzo y del mensaje, etc… Lo que quisiera poner de relieve es que, en mi opinión, puede existir un punto donde converjan todas las posturas. Y es que las necesidades apremiantes y urgentes de los ciudadanos se resolverán mejor, y a veces, sólo se podrán resolver de verdad, si previamente se reorganiza el Estado y el reparto de competencias, asegurando instrumentos de eficacia y solidaridad. Persistirá el problema de la educación si el Estado no recupera las competencias, la sanidad será injusta y desigual si está parcelada, no habrá agua para regiones enteras de España si no existen planes globales sino taifas en disputa, no se atacará la crisis económica con la pérdida de la unidad de mercado, se agravará el problema de la vivienda si no hay un enfoque global y nacional, y mil ejemplos más.
Tienen razón los militantes al exigir que se aborden los problemas reales de los ciudadanos. Tienen razón los militantes al exigir que se cambie totalmente las competencias, y por ende, la Constitución española. Una cosa no irá sin la otra. El sistema al que hemos llegado no va a solucionar sino a agravar los problemas reales de la sociedad española.
Eso significa, entre otras cosas, que a Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía le queda una ingente tarea de información y pedagogía por hacer. Debe hacer comprender a muchos, a todos, que con la reforma de la Constitución y de la Ley electoral lo que se están jugando , realmente, es su pan, su salud y su prosperidad de cada día.
¿Será lo bastante eficaz para conseguirlo?

Enrique Calvet

Unidos por un proyecto

El pasado sábado 27 de octubre se constituyó el Consejo de Federación de la agrupación madrileña de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Los allí reunidos nos reafirmamos en la voluntad de trabajar unidos para presentar una candidatura de Ciudadanos en la circunscripción de Madrid en las próximas elecciones generales del mes de marzo de 2008.
Todos somos conscientes que nos enfrentamos a grandes dificultades: en un sistema político como el español, caracterizado por el bipartidismo imperfecto, resulta enormemente difícil para una nuevo partido político hacerse un hueco entre las fuerzas mayoritarias dado lo complejo que resulta tener presencia en los medios de comunicación, y dado lo injusto de nuestra Ley electoral.
Pero nadie esperaba que fuese fácil. Nuestra decisión surge de un análisis profundo de la realidad política española. Precisamente esta semana se han cumplido 25 años de la llegada al Palacio de la Moncloa del joven Isidoro, referente e ídolo de Zapatero. Los primeros años se caracterizaron por el rodillo socialista; los siguientes, por la cesión del PSOE y del PP ante el chantaje de las minorías nacionalistas. Demasiados años de demagogia, demasiado tiempo esperando que surja algo nuevo, demasiados españoles desencantados, demasiado tiempo perdido.
Pero hace un año precisamente se produjo un acontecimiento histórico que nos hizo recuperar la esperanza: un nuevo partido, un partido joven, surgió con fuerza en el Parlamento de Cataluña. Denunciaba la corrupción, denunciaba la demagogia nacionalista, defendía algo tan simple, tan evidente, como que los ciudadanos de todos los territorios de España debían disfrutar de los mismos derechos y de las mismas oportunidades.
El reto ante el que nos encontramos me trae a la memoria aquellos años en que el, por entonces, tan criticado Presidente Suárez fundó un nuevo partido, con el objeto de reivindicar el espíritu liberal de la Transición, de recuperar el consenso, de servir de contrapeso a las fuerzas mayoritarias. Entonces, como ahora, los medios eran escasos, las dificultades enormes, pero la convicción igualmente profunda.
Sabemos que muchos españoles, tal vez millones, piensan como nosotros. También sabemos que nuestra tarea es compleja, que requiere el concurso de muchos ciudadanos.
Para todos ellos, un ruego, una petición y un consejo. El ruego de que colaboren con nosotros, la petición de que transmitan nuestras ideas, y el consejo de que no se dejen engañar, de nuevo.
Ciudadanos representa una nueva oportunidad de desbloquear el sistema, de abrir el Parlamento a la ciudadanía, de aumentar la pluralidad política, y de evitar, por tanto, que los minoritarios partidos nacionalistas controlen el gobierno de la nación.
No es cuestión de siglas, no es cuestión de nombres. Se trata, tan solo, de ideas, de principios y de derechos. Este es, en definitiva, nuestro proyecto.

Carlos Cistué