Dice Antonio Martín Beaumont, el director de El Semanal Digital, que existe un “tercerismo” contra Rajoy y lo ejemplifica en dos casos: las palabras del editor Polanco a favor de una “derecha laica” y Ciutadans, un Partido que se habría lanzado “a restar votos al PP con sorprendida alegría socialista”.
Tercerista, según la RAE, es la parte demandante en una tercería; y ésta, en primera acepción, el “oficio o cargo de tercero (persona que media)”. La Tercera España que para muchos debe representar Ciudadanos no nace para mediar estrictamente, aunque sí para suturar, como decía Arcadi Espada en el Teatro Tívoli de Barcelona hace ahora un año: “….restablecer la confianza y la complicidad entre españoles debería ser una tarea prioritaria en estos momentos para cualquier partido político. También aquí Ciutadans tiene mucho que hacer. En primer lugar, por la extrema e irresponsable pasividad de los otros. Los dos partidos mayoritarios cifran precisamente toda su esperanza electoral en el arrinconamiento del otro, y en su humillación. La alienación de la clase política española es tan grande y grave que, sinceramente, yo creo que ha olvidado que detrás o debajo de unas siglas hay electores, que incluso pueden ser clasificados, con buena voluntad, de personas”.
Volviendo a Beaumont, considera su “tercerismo” como un monstruo de dos posibles cabezas: la antisistema y la de poder personal a lo Bayrou en Francia: “que es de lo que se está hablando, se vista el santo como se quiera vestir”. Puede que así fuera en el caso de la “Operación Roca” que acertadamente cita, montada “…a golpe de talonario, ante las elecciones generales de 1986”. Pero la Tercera España de 20 años después no ha nacido en los despachos ni en las conspiraciones de vestíbulo, sino en el testigo recogido por muchos que escucharon a unos intelectuales y se pusieron a la tarea. El reformismo de Roca, como dijo un militante de Ciudadanos en el Congreso fundacional de Bellaterra, se quedó en pluma y sólo dejó la factura. El de aquí y ahora, beneficiado de la inestimable palanca de la red y con las inevitables imperfecciones de todo recién nacido, viene para quedarse y para sumar sus propios apoyos sin necesidad de “talones” ni de “galácticos”.