martes, 25 de septiembre de 2007

SOSTIENE GOMEZ (del PSOE de Parla)

Publicado en Estrella Digital

Luis de Velasco

Tomas Gómez, alcalde de Parla y nuevo secretario general de los socialistas madrileños, tras la defenestración del anterior, Simancas, es la nueva “esperanza blanca” de sus correligionarios a juzgar por la unanimidad casi búlgara con que fué elegido. Se ha estrenado con una primera propuesta política que parece haber organizado algo de ruido mediático y partidario. Ambos se apagarán pronto, el primero porque habrá otras novedades, el segundo porque se impondrá una vez más el “ prietas las filas y a tragar lo que nos echen”.

Sostiene Gómez que “ a veces, es progresista eliminar cargas ( fiscales)” lo que no quiere decir nada y quiere decir mucho. Depende de lo que venga a continuación. De momento, aceptar la definición negativa, peyorativa de “carga”, supone aceptar el marco ideológico ( ese famoso “ frame”, tan manoseado recientemente, del lingüista George Lakoff en su libro “Don´t think of an elephant”), es decir situarse, en este caso, en el terreno de la derecha.

Lo que a continuación sostiene Gómez es que hay que eliminar el impuesto sobre el patrimonio. Se supone que esto es lo progresista. Este progresismo se basa, según Gómez, en dos argumentos. Uno, digamos de teoría fiscal ya que escribe, en un artículo, que “ un sistema tributario más eficiente es aquel que favorece el ahorro, la inversión, el trabajo y la actividad económica”. Dos, un argumento, digamos más práctico, de que este impuesto es injusto porque “perjudica a las clases medias ya que las rentas más altas distribuyen su patrimonio a través de otras formas jurídicas...y ,por tanto, no contribuyen a este impuesto”.

Veamos. Una de las señas de identidad que debe tener todo sistema tributario, además de las que sostiene Gómez, es la de la equidad, en suma que paguen más quienes más tienen. Esa equidad es además( o era, vaya ud. a saber) una de las escasas señas de identidad de la socialdemocracia, corriente a la que el partido de Gómez dice pertenecer. Segundo, cuando por ejemplo en la Comunidad de Madrid pagan este impuesto unos 150.000 contribuyentes, afirmar que eso es la clase media es arriesgado. Efectivamente, los más pudientes tiene otros caminos de elusión y de evasión para disminuir enormemente su obligación de pagar ( recientemente, el gobierno ha establecido la barrera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores para impedir la inspección de Hacienda en la verbena de ls Sicavs, por ejemplo). Si además les eliminamos la obligación del impuesto sobre el patrimonio, en el que las cantidades que pagan son completamente ridículas, el “bingo” es completo. No se trata en ningún caso de eliminar este impuesto, como quieren Gómez y Esperanza Aguirre, sino de elevar el mínimo y aumentar su progresividad.

Es cierto que a Gómez le han pillado en medio de la “ batalla del fútbol” entre el grupo Prisa y sus enemigos, según se dice amigos de Zapatero. Pero, de todos modos, el titular de El País a toda página del pasado 19 resume, por una vez, fielmente este asunto: “El líder socialista Gómez pide a Aguirre que elimine el impuesto que pagan los más ricos”. Es lo que se llama darle una patada a Zapatero en el culo de Gómez. La ventaja es que deja muy claras las cosas.
Luis de Velasco

lunes, 24 de septiembre de 2007

España 1,67. Europa 1,44

La gran aventura del ferrocarril, su extensión a lo largo y ancho de los distintos territorios, fue uno de los dinamizadores básicos de las economías europeas durante segunda mitad del siglo XIX.

En España, la opción por un ancho de vía distinto, veintitrés centímetros mayor del imperante como estándar en el continente, trajo consigo profundas consecuencias; consecuencias inadvertidas entonces, pero que marcarían una época.

Se enfrentaban los gobernantes de antaño a una disyuntiva de gran calado. Razones técnicas aconsejaban una mayor distancia entre los raíles para poder instalar una calderas de mayor potencia, muy necesarias dada la dificultosa orografía española en muchos tramos de los trazados considerados inicialmente como estratégicos.

Tras la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles en 1855, durante el bienio progresista, los ingenieros recomendaron al gobierno la opción que nos distanciaba de Europa; la que dificultaba el acceso de las mercancías nacionales al tráfico comercial exterior.

Apenas una década más tarde de la toma de esta decisión, el problema técnico aludido ya estaba solucionado. Llegados a ese punto, sin embargo, la cuantía de la inversión requerida para revertir ese ancho de vía al europeo -de 1,44 metros- no podía ser asumida ya por el gobierno. La táctica, el cortoplacismo y la falta de visión a largo plazo habían hipotecado las posibilidades de desarrollo económico en el interior de la península.

Viene esta reflexión a cuento de las entre tímidas e inexistentes reacciones políticas a las amenazas de muerte recibidas el pasado viernes por el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera.

La táctica, el cortoplacismo y la falta de visión a largo plazo son una vez más los tres factores que parecen imponerse. Ni siquiera puede encontrar uno muestras de solidaridad en la página web del Partido Popular de Cataluña. No conviene.

Citando las palabras de Stefan Zweig leídas por José Domingo en el acto de protesta convocado precipitadamente el propio viernes por la tarde en la plaza de Urquinaona:

"Porque el nacionalsocialismo, con su técnica del engaño sin escrúpulos, se guardaba muy mucho de mostrar el radicalismo total de sus objetivos antes de haber curtido al mundo. De modo que utilizaban sus métodos con precaución; cada vez igual: una dosis y, luego, una pequeña pausa. Una píldora y, luego, un momento de espera para comprobar si no había sido demasiado fuerte o si la conciencia mundial soportaba la dosis."

Las pausas son cada vez más cortas, cada vez más infrecuentes. En nuestro país se acepta como normal lo que resulta inaceptable en cualquier otro rincón de Europa. El ancho de vía político español sigue siendo mayor. ¿Cuánto tiempo mantendremos esa dudosa prerrogativa? ¿Cuántos abusos más soportarán nuestras adormiladas conciencias? ¿Cuándo empezará a ser demasiado tarde?