MI DEBER
Tenía sangre de la más pura cepa catalana. Su padre, Josep C. Boronat Pujol, tenía apellidos catalanes hasta decir basta, de la comarca de Valls, y se contaban antiguas historias de somatenes en la familia. Pero este padre, de la estirpe de los catalanes universales, había encontrado a Dª María Álvarez, rondeña flamencota y arrebatadora, que le daría sangre andaluza de pura cepa. Y así anduvo él, con la bendita mezcla de sangre andaluza y catalana, siendo ciudadano español hasta la médula. Su padre había conocido a Dª María en uno de los viajes que siempre han expandido el corazón y la mente de los catalanes cosmopolitas y abiertos. Y decidieron recalar, en un momento de sus vidas, en Marruecos, dónde él vino al mundo. Cómo D. Josep, que hablaba el catalán como Shakespeare el inglés, era profundamente inteligente y humanista, como los catalanes de bien, decidió que sus hijos aprendieran, en Marruecos, el castellano, el francés y el inglés en la escuela, lo que les permitiría hacerse hombres de mundo y…entenderse con su madre. En casa, de vez en cuando, les soltaba alguna parrafada en catalán, pero siempre supo que los idiomas están hechos para comunicarse, enriquecerse con la presencia de otros que dialogan y tenía claro que sus hijos debían ser lo más universales posibles. Sin nunca perder ese 50% de sangre catalana. Y con esa amplitud de miras y vocación de hombre del mundo, que disfruta íntimamente de sus raíces diversas, pero que las pone al servicio de una visión amplia del ser humano, él conoció, en su patria indudable, España, dos dictaduras , una república y una democracia, y hasta que llegó ésta, tuvo que baquetearse como pudo. Cómo millones de españoles tuvo que orientarse hacia sus responsabilidades individuales, esposa, hijos, y manifestar unas pequeñas muestras de rebeldía, con discreción y mesura. A muy pocos se les puede exigir ser héroes y mártires. A veces tenía que soportar que la España gris y solanesca le reprochara en el trabajo ir vestido" como para ir de caza" por no llevar traje oscuro, a veces tenía que rechazar maletines con buenos billetes, siendo delegado de la Vivienda, ante el asombro ambiental y provinciano, a veces tenía que huir de la propaganda del Opus y más…Él seguía confiando en una España que renacería y que sus hijos disfrutarían como ciudadanos libres y solidarios, amaba a su patria de catalanes y andaluces, pero soñaba con una Europa Unida y con una España brillante en ella. De hecho, su mayor acto de rebeldía fue enviar a sus hijos a un colegio extranjero, donde se enseñaban los valores de la Ilustración y de la Democracia, y después a Universidades extranjeras, para que ahí les prolongasen su mensaje esencial: "¡hijos, España será libre dentro de una gran Europa Unida, España será tierra de ciudadanos libres y solidarios desde Valls hasta Ronda, preparaos para ello y ayudad!" Finalmente llegó la democracia y sus sueños, sus pronósticos se hicieron realidad. Y este catalán de pura cepa vio eclosionar sus ideas y siguió impulsando a sus hijos a luchar por más libertad y por más fraternidad. Y pudo ir a votar, siempre a quién él veía mejor para los españoles todos y para Europa, y votó, incluso, en el referendum para una Europa más Unida. Emocionado vivió esa votación como el embrión de la gran Europa Unida que será y que soñó. Y, cada vez con más ahínco, exigía de sus hijos compromiso con los ciudadanos españoles y europeos, y con la libertad y la igualdad y con los valores de los derechos Humanos y con la verdad… Él habló siempre de Vais como de Ronda, sentía allí y acullá a todos sus hermanos, él siempre fue catalán y tuvo por patria España, por nación Europa y por verdades la libertad y la igualdad. Y así se lo inculcó a sus hijos, un poco catalanes un poco andaluces. Mi padre, Ramón Calvet Álvarez Boronat, murió el nueve de enero de 2008 en una España todavía unida. Mi deber, como hijo y como Ciudadano, es preservarla. Enrique Calvet