sábado, 12 de enero de 2008

MI DEBER

Tenía sangre de la más pura cepa catalana. Su padre, Josep C. Boronat Pujol, tenía apellidos catalanes hasta decir basta, de la comarca de Valls, y se contaban antiguas historias de somatenes en la familia. Pero este padre, de la estirpe de los catalanes universales, había encontrado a Dª María Álvarez, rondeña flamencota y arrebatadora, que le daría sangre andaluza de pura cepa. Y así anduvo él, con la bendita mezcla de sangre andaluza y catalana, siendo ciudadano español hasta la médula. Su padre había conocido a Dª María en uno de los viajes que siempre han expandido el corazón y la mente de los catalanes cosmopolitas y abiertos. Y decidieron recalar, en un momento de sus vidas, en Marruecos, dónde él vino al mundo.

Cómo D. Josep, que hablaba el catalán como Shakespeare el inglés, era profundamente inteligente y humanista, como los catalanes de bien, decidió que sus hijos aprendieran, en Marruecos, el castellano, el francés y el inglés en la escuela, lo que les permitiría hacerse hombres de mundo y…entenderse con su madre. En casa, de vez en cuando, les soltaba alguna parrafada en catalán, pero siempre supo que los idiomas están hechos para comunicarse, enriquecerse con la presencia de otros que dialogan y tenía claro que sus hijos debían ser lo más universales posibles. Sin nunca perder ese 50% de sangre catalana.

Y con esa amplitud de miras y vocación de hombre del mundo, que disfruta íntimamente de sus raíces diversas, pero que las pone al servicio de una visión amplia del ser humano, él conoció, en su patria indudable, España, dos dictaduras , una república y una democracia, y hasta que llegó ésta, tuvo que baquetearse como pudo. Cómo millones de españoles tuvo que orientarse hacia sus responsabilidades individuales, esposa, hijos, y manifestar unas pequeñas muestras de rebeldía, con discreción y mesura. A muy pocos se les puede exigir ser héroes y mártires. A veces tenía que soportar que la España gris y solanesca le reprochara en el trabajo ir vestido" como para ir de caza" por no llevar traje oscuro, a veces tenía que rechazar maletines con buenos billetes, siendo delegado de la Vivienda, ante el asombro ambiental y provinciano, a veces tenía que huir de la propaganda del Opus y más…Él seguía confiando en una España que renacería y que sus hijos disfrutarían como ciudadanos libres y solidarios, amaba a su patria de catalanes y andaluces, pero soñaba con una Europa Unida y con una España brillante en ella. De hecho, su mayor acto de rebeldía fue enviar a sus hijos a un colegio extranjero, donde se enseñaban los valores de la Ilustración y de la Democracia, y después a Universidades extranjeras, para que ahí les prolongasen su mensaje esencial: "¡hijos, España será libre dentro de una gran Europa Unida, España será tierra de ciudadanos libres y solidarios desde Valls hasta Ronda, preparaos para ello y ayudad!"

Finalmente llegó la democracia y sus sueños, sus pronósticos se hicieron realidad. Y este catalán de pura cepa vio eclosionar sus ideas y siguió impulsando a sus hijos a luchar por más libertad y por más fraternidad. Y pudo ir a votar, siempre a quién él veía mejor para los españoles todos y para Europa, y votó, incluso, en el referendum para una Europa más Unida. Emocionado vivió esa votación como el embrión de la gran Europa Unida que será y que soñó.

Y, cada vez con más ahínco, exigía de sus hijos compromiso con los ciudadanos españoles y europeos, y con la libertad y la igualdad y con los valores de los derechos Humanos y con la verdad…

Él habló siempre de Vais como de Ronda, sentía allí y acullá a todos sus hermanos, él siempre fue catalán y tuvo por patria España, por nación Europa y por verdades la libertad y la igualdad. Y así se lo inculcó a sus hijos, un poco catalanes un poco andaluces.

Mi padre, Ramón Calvet Álvarez Boronat, murió el nueve de enero de 2008 en una España todavía unida. Mi deber, como hijo y como Ciudadano, es preservarla.


 

Enrique Calvet

jueves, 10 de enero de 2008

LOS GUATEQUES Y EL DUEÑO DE CASA

Reflexionando sobre la "operación guateque" no sé si sentirme optimista por la benevolencia del electorado o apesadumbrado por su necedad.

Resulta que durante largos años los chicos del Ayuntamiento de Madrid han estado organizando guateques golfos ¡y el dueño de casa sin enterarse! No se ha enterado de que un servicio esencial del Ayuntamiento, como es la concesión de licencias de apertura, era un auténtico calvario para los solicitantes. No se ha enterado de que los funcionarios responsables ayudaban a llevar esa cruz como el Cirineo aunque fuera a título oneroso.

El dueño de casa estaba quizás muy ocupado en contratar grandes obras y no percibía el tufo de la basura que se acumulaba en habitaciones principales. O quizás era su preocupación por los altos designios de la política nacional lo que le mantenía levitando muy por encima de los pinches quehaceres cotidianos.

La verdad es que estos sucesos parecen desmentir el conocido aforismo de que "quien puede lo más, puede lo menos". Es sorprendente: pueden realizarse en tiempo record complejas obras de ingeniería, para asombro de propios, extraños y del Comité Olímpico; en cambio, parece que no es posible que el modesto expediente de apertura de un bar se sustancie en tiempos propios de un país civilizado y con la comodidad y seguridad del administrado propia de un Estado de derecho.

O quizás es que lo verdaderamente difícil no es invertir cifras multimillonarias sino cambiar los procedimientos y subsanar vicios inveterados. O si no es difícil, al menos es incómodo, ingrato y, al parecer de escasa rentabilidad política.

Y esto es lo que me lleva a la reflexión inicial. Los expertos (excepto algún comentarista de la mañana que –ya se sabe- es un peligrosos exaltado) coinciden en que el Sr. Alcalde de Madrid (antes, durante y después de la 'operación guateque') es uno de los grandes activos de su partido, capaz de movilizar votos y apuntalar a su jefe de filas. Seguramente tendrán razón. Pero cabe preguntarse por qué un escándalo de tal magnitud no afecta al prestigio político de una persona. El escándalo no es tanto que algún funcionario haya cometido un delito, cosa que siempre puede suceder, sino que todo un servicio del Ayuntamiento pueda funcionar de forma tan nefasta año tras año sin que ninguno de los políticos-buenos-gestores se aperciba ni haga nada por resolverlo.

Ya digo que el hecho puede tener una interpretación benévola: la mayoría del electorado comprende que "de minimis non curat praetor" (el Alcalde no puede estar en esos pequeños detalles); también puede tener una interpretación amarga: la mayoría del electorado se siente más súbdito que ciudadano, la burocracia inútil, oscura y opresiva pertenece al "orden natural de las cosas".

También es cierto que unos cuantos no pertenecemos a esas mayorías. Ni nos parece un pequeño detalle como funcionen los servicios públicos ni mucho menos estamos dispuestos a tolerar una burocracia que no esté 100% al servicio del ciudadano. No es difícil adivinar quiénes somos; nuestro propio nombre lo dice: "Ciudadanos; Partido de la Ciudadanía".

Juan Manuel Ortega Díaz-Ambrona

lunes, 7 de enero de 2008

Albert Rivera Presidente de Ciudadanos, entre los 50 políticos más influyentes de España

Albert Rivera ha sido elegido como uno de los 50 políticos españoles más influyentes del año. Esto sitúa a Ciudadanos de nuevo en el centro de la actualidad política y demuestra que nuestro proyecto se está consolidando día a día. Así mismo, figurar en este ranking demuestra que Ciudadanos será el voto útil de estos próximos comicios.

En este enlace se pude consultar el listado ofrecido por elmundo.es

La ínfima línea entre civilización y barbarie

Publicado en Libertad Digital

Antonio Robles

Bantú, nilotes, haítico/afroasiático y un largo etcétera más allá de 40 etnias con su propia identidad, tradiciones, prácticas culturales e idiomas son el contexto y el pretexto para desatar una oleada de violencia en Kenia. ¿O era el resultado de unas elecciones?..

A la hora de escribir este artículo ya han sido asesinadas 300 personas y otras 100.000 han perdido sus hogares. Las causas o los motivos, los culpables y los inocentes (si los hubiere), serán motivo de innumerables análisis y debates en las próximas semanas, como lo fueron en el genocidio de hutus y tutsis; el de croatas, bosnios o serbios; el ejecutado por los jemeres rojos contra simples ciudadanos camboyanos con conocimientos de francés; los que envolvieron en revoluciones mencheviques y bolcheviques; el racionalizado por nazis contra judíos; o el que practicaron franquistas y rojos con pretextos religiosos, ideológicos y nacionales. El resto del pasado al que llamamos Historia tiene este mismo tono.

Es lo de siempre. Si somos capaces de levantar la mirada indignada de los últimos muertos y reparamos en la tendencia cainita que nos envuelve, nos daremos cuenta enseguida que la distancia entre la civilización y la barbarie es tan fina como el papel de fumar.

Kenia, hasta ayer destino turístico de lujo para amantes de la naturaleza y de las grandes especies animales, es hoy escenario de crueles ajustes de cuentas. ¡Qué importa por qué! O sí que importa, o es lo único qué importa; pero ¿acaso las disculpas de unos y de otros aclararán por qué nos matamos con tanta facilidad y, sobre todo, con tanta crueldad?

Cualquier disculpa sirve. En cualquier circunstancia. En cualquiera. Que nadie se engañe. No son más crueles las matanzas africanas de hutus y tutsis, que las que viene protagonizando esa guerra civil europea que sostenemos desde la caída del Imperio Romano hasta hoy. Allí se llaman matanzas tribales, aquí nacionales. Reparen, palabras de diferente significante e idéntico contenido.

Que nadie se engañe, hoy son etnias africanas, hace dos días, etnias yugoslavas. Alemania era la nación europea más culta en los años 30 del pasado siglo. Que nadie se engañe: la distancia entre nosotros y la barbarie es tan fina como el papel de fumar. Que nadie se engañe: la sociedad de consumo y los viajes turísticos nos hacen olvidar de la bestia que llevamos dentro, pero no nos inmunizan contra la barbarie. Cada domingo lo intuimos en cada estadio de fútbol. El resto de días de la semana, lo soportamos en las interminables proclamas nacionalistas. Son nuestras formas "civilizadas" de enmascarar y olvidarnos de la frágil línea entre nosotros y la barbarie.

Antonio Robles

YENDO AL GRANO

Pronto, los españoles, los que lo son y lo saben, y los que lo son racialmente más que nadie y se creen que no lo son, tendrán que acudir a las urnas para elegir un nuevas Cortes. La preparación de este tipo de acontecimientos suele adolecer de dos defectos propagandísticos, entre otros. O bien existe una miríada de temas y sub-temas, de importancia sectorial o menor, que van a acaparar la atención de los votantes como si fuesen lo fundamental de lo que está en juego; o bien se termina reduciendo todo a manifestar adhesión inquebrantable a una foto, a una secta o a un icono del siglo pasado. Quisiéramos compartir con Uds. un esfuerzo por aislar unos pocos hechos trascendentes que realmente estén en juego, para ayudarnos a comportarnos como Ciudadanos y ni como borregos ni como irresponsables.

Tomemos, como aproximación, cuatro ejes sociales.

En el campo de las libertades individuales, existen varios aspectos en los que las diferencias de punto de vista no son tantas y los buenos propósitos son compartidos. Sin embargo, la total eclosión de una sociedad laica sí que estará en juego, y no es tema baladí. De alguna manera se les podría preguntar a los españoles: ¿Quieren Uds. estar gobernados por los valores dimanantes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o prefieren que el Gobierno atienda preferentemente a los valores e instituciones de la religión mayoritaria en España?

En el campo de la regeneración y el reforzamiento de la democracia, nos deberíamos jugar mucho. Deberíamos exigir muchísimo. Nos va en ello la credibilidad y, quien sabe, la supervivencia de todo un sistema. No parece que sea un tema que interpele a ninguno de los partidos mayoritarios ni regionales. Y sin embargo….La pregunta que se tendría que tener presente a la hora de votar es, más o menos: ¿Quieren Uds. acercar ágilmente a los gobernados a los centros de poder y aumentar su participación, o prefieren que la partitocracia campe por sus respetos?

En el área de los derechos sociales y económicos, nos vamos a encontrar ante una desagradable evidencia: la crisis económica ha llegado, todo el mundo sabe cómo ha sido. Los dos grandes partidos, en últimos lustros, se han diferenciado poco en estos aspectos y son igualmente responsables de la situación en la que nos pilla la bendita crisis. Situación nada halagüeña, por cierto, si nos comparamos con Europa. Será importante ver la (in)capacidad de gestión de cada cual, pero la pregunta política relevante, de cara a las elecciones sería: ¿Quieren Uds. que se aborde la crisis económica con una especial sensibilidad hacia la cohesión social y la solidaridad, o prefieren que se incida en el libre mercado para resolver la crisis económica más rápidamente? Y, en la respuesta, no conviene dejarse engañar por las apariencias…

Finalmente en el área de modelo de Estado o recuperación de una España de Ciudadanos iguales en derechos y libertades nos jugamos lo fundamental, en toda su literalidad, el ser o no ser; o bien el ser o dejar de ser. Aquí, todos los partidos existentes, por lo menos en las Cortes, han sido partícipes en, cómplices de o condescendientes con el desguace de España. Acuérdense de los recientes Estatutos de Autonomía como Andalucía, el clon catalán, Valencia, etc… Esto se reduce a una pregunta muy contundente y cruda: ¿Quieren Uds. que los ciudadanos españoles vuelvan a ser iguales en derechos y libertades o prefieren que les gobierne un puñado de separatistas? Esa es la cuestión llevada a su desnudez.

Quienes hayan optado en todos los casos por la primera alternativa, se pueden encontrar ante la desoladora realidad de que ninguno de los partidos al uso satisfaga sus ideales. Es lo cierto, pero no desesperen. Busquen por partidos nuevos y rebeldes, busquen por dónde andan los Ciudadanos y recuerden que un personaje histórico dijo que para hacer revoluciones, como la revolución Ciudadana, basta con un 5% de la población, porque una sola chispa puede incendiar toda la pradera.

En Madrid el día de Reyes de 2008.

Enrique Calvet