A 30 años del Sabado Santo Rojo
Hace 30 años sucedió algo que por su significado en aquella época podría haber provocado un terremoto. Un seísmo que derribase el castillo de naipes que eran en aquel momento los primeros pasos de un régimen democrático en España.
Se dio a conocer la legalización del Partido Comunista de España.
Yo no recuerdo como se dio la noticia en radio nacional. Cuentan los cronistas que, el locutor salio corriendo y subiendo escaleras a todo meter, desde el teletipo hasta la cabina para salir al aire con el notición. Tuvo que repetir varias veces la nota, y se tardo algún que otro minuto en saber que quería decir aquel periodista que no podía respirar del sofoco que traía. Pero no pasó nada. O mejor dicho pasó mucho.
Se empezó a recobrar la normalidad, se comenzó a superar la rivalidad, se intentaron pasar por alto los odios, las revanchas. Los comunistas aceptaron, de la mano de Don Santiago Carrillo, dejar de lado los símbolos republicanos y tender la mano para construir una España mejor.
Se alcanzaron posteriormente los pactos de La Moncloa, se hizo la transición, se dotó al Estado de una Constitución y se enseño a los jóvenes a vivir en democracia.
A 30 años vista puedo comprobar la normalidad con la que aquella Semana Santa paso para un adolescente que el viernes y el sábado fue a la Filmoteca Nacional, entonces ubicada en el cine Covadonga, a ver un ciclo de Woody Allen. Y tras 5 películas, entre los dos días, al regresar andando a casa, junto con sus amigos, a la altura de la Puerta del Pabellón de deportes del Instituto Ramiro de Maeztu se enteró de que las cosas empezaban a cambiar.
Hoy muchas Semanas Santas después seguimos necesitando avanzar en democracia, participar en la vida pública y sobre todo ser ciudadanos libres para que los adolescentes de hoy, dentro de 30 años, puedan valorar positivamente los cambios que podamos hacer en la sociedad.
Se dio a conocer la legalización del Partido Comunista de España.
Yo no recuerdo como se dio la noticia en radio nacional. Cuentan los cronistas que, el locutor salio corriendo y subiendo escaleras a todo meter, desde el teletipo hasta la cabina para salir al aire con el notición. Tuvo que repetir varias veces la nota, y se tardo algún que otro minuto en saber que quería decir aquel periodista que no podía respirar del sofoco que traía. Pero no pasó nada. O mejor dicho pasó mucho.
Se empezó a recobrar la normalidad, se comenzó a superar la rivalidad, se intentaron pasar por alto los odios, las revanchas. Los comunistas aceptaron, de la mano de Don Santiago Carrillo, dejar de lado los símbolos republicanos y tender la mano para construir una España mejor.
Se alcanzaron posteriormente los pactos de La Moncloa, se hizo la transición, se dotó al Estado de una Constitución y se enseño a los jóvenes a vivir en democracia.
A 30 años vista puedo comprobar la normalidad con la que aquella Semana Santa paso para un adolescente que el viernes y el sábado fue a la Filmoteca Nacional, entonces ubicada en el cine Covadonga, a ver un ciclo de Woody Allen. Y tras 5 películas, entre los dos días, al regresar andando a casa, junto con sus amigos, a la altura de la Puerta del Pabellón de deportes del Instituto Ramiro de Maeztu se enteró de que las cosas empezaban a cambiar.
Hoy muchas Semanas Santas después seguimos necesitando avanzar en democracia, participar en la vida pública y sobre todo ser ciudadanos libres para que los adolescentes de hoy, dentro de 30 años, puedan valorar positivamente los cambios que podamos hacer en la sociedad.
Hugo
1 comentario:
Mañana hace 31 años.
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