jueves, 10 de mayo de 2007

Un retraso en Barajas y una agresión en Sant Andreu


El montaje paralelo, en cine, narra dos acciones que se están produciendo al mismo tiempo en lugares distintos. Por ejemplo, cuando el Michael Corleone que borda Al Pacino en El Padrino asiste solemne a un bautizo católico, el maestro Coppola intercala varios planos que muestran a sus sicarios haciendo las labores propias de su condición.

Ayer Arcadi Espada aparecía en la FNAC de Callao con aire distraído y un maletín marrón en la mano para presentar el último libro de Antonio Robles Del fraude histórico del PSC al síndrome de Catalunya . Otro de los promotores de Ciudadanos, Francesc de Carreras, tenía más problemas para entrar a un acto en Sant Andreu junto a la candidata ciudadana al Ayuntamiento de Barcelona, Esperanza García, aunque finalmente la Policía autonómica lograba que no se vieran interrumpidos por un grupo de energúmenos totalitarios. Espada iniciaba su intervención hablando de la vida y obra de Antonio Robles en la disidencia al nacionalismo mientras se esperaba la inminente llegada del Secretario General de Ciudadanos, atrapado en el puente aéreo con José García Domínguez, quién tras su apresurada llegada equiparaba el fraude histórico de los socialistas catalanes con el de cierta compañía aérea.

Las incidencias en Sant Andreu eran de mayor calado y la competencia inicial de los agentes se convertía en negligencia cuando los energúmenos reventaban el acto de precampaña ante unos indefensos simpatizantes; que habían acudido, qué osadía, a un acto político. Con razón Espada, primero, y Robles, después, disertaban sobre el silencio español ante lo ocurrido todos estos años en el País Vasco y en Cataluña, es decir: sobre el silencio de los españoles sobre España. Algo que hoy corrobora, una vez más, el silencio sobre lo ocurrido de muchos medios de vocación “nacional”.

Mientras en Sant Andreu se frustraba un acto, en Preciados iba tocando a su fin otro. Con el murmullo de los compradores de cultura en la FNAC cada vez más menguante, Arcadi Espada se quejaba de las opiniones presuntamente médicas y no políticas de los socialistas catalanes sobre lo que dice su todavía presidente Maragall, al que llaman loco para tapar su delirio estatutario, y aludía a la importancia de “el partido que dirige Antonio” a la hora de poner el foco sobre lo importante en la política nacional. García Domínguez negaba la mayor del fraude a la izquierda por la vía nacionalista; pues aquella, a juicio del escritor barcelonés, también ha sido muy nacionalista o catalanista y como elocuente muestra Terra Lliure “que hoy, están entre los que mandan”. Y ya con la última caja de la FNAC a punto de cerrar, el autor Robles agradecía la presentación de sus amigos y aseguraba, entusiasta, que el nacionalismo tiene los pies de barro y que el PSC elude el debate directo con Ciudadanos.

La noche en Madrid era de las que invitaban, por ejemplo, a disfrutar de una caña en la puerta de Casa Labra. Pudo tomarla Robles pero no unos quejosos Espada y Domínguez, que se habían perdido calle arriba en busca de un taxi hacia Barajas.
Julio Veiga

No hay comentarios: