La perversión de la política
Rosa Díez (publicado en El Mundo)
Pervertir (Del lat. pervertere).1. tr. Viciar con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc. 2. tr. Perturbar el orden o estado de las cosas.
Para explicar lo que está ocurriendo en España desde hace al menos tres años sirven las dos acepciones que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua aplica a la palabra pervertir. En España se está pervirtiendo la política desde el mismo momento en que se empezó a pervertir el lenguaje gubernamental, «para llamar a las cosas por los nombres que no son», en feliz y nunca suficientemente ponderada definición de Pilar Ruiz Albizu.
Todo empezó cuando se rompió el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo para derrotar a ETA, y al acuerdo para negociar las cesiones con ETA se le llamó Pacto para el final dialogado de la violencia. Luego llegaría la denominación del tinglado como proceso de paz, forma eufemística de llamar al proceso de reconocimiento a ETA como interlocutor político del Gobierno.
Al robo de armas en Francia se le calificó como «incidente aislado». A los terroristas desplegados y disparando tiros al aire en Aritxulegi -la primera vez que ETA toma territorio- se le llamó «payasada». Al zulo encontrado en Amorebieta, «proyecto de zulo». Al atentado terrorista de Barañáin, «enfrentamientos personales entre vecinos». A la aplicación de la ley de partidos, «Guantánamo electoral». A ceder al chantaje planteado por De Juana Chaos, «cumplir la ley». A retirar la acusación contra Otegi, «favorecer el proceso». A mantener en secreto las negociaciones con ETA tras el atentado de la T-4 de Barajas, «dar por roto el proceso». A permitir que ETA vuelva a las instituciones vascas, «cumplir rigurosamente la ley».
No soy capaz de hacer un relato exhaustivo; no terminaría a tiempo este artículo. Baste decir que la perversión del lenguaje ha tenido un objetivo: pervertir la realidad y, a partir de ahí, la política. Pervertirla en el sentido más amplio del término: viciar con malos ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etcétera, y perturbar el orden y el estado de las cosas. Ése ha sido el objetivo perseguido. Por el nivel de atonía con que reacciona la sociedad española, diría que lo han conseguido. Han decidido pervertirlo todo, hasta el extremo de cambiar nuestra propia Historia. Y ya que no pueden invisibilizar a las víctimas, han decidido invisibilizar a los verdugos. Por eso hoy los llaman izquierda abertzale -otra muestra de perversión del lenguaje-. El Gobierno y el PSOE no parecen tener otro objetivo que convertir a los monstruos en personas honorables; al fin y al cabo, hasta este Ejecutivo sabe que más pronto que tarde todos sabremos que están negociando con ellos; y han decidido convertirles en honorables para evitar que los ciudadanos perciban que su deshonor les ha contaminado definitivamente.
Nada de lo que se dice desde el Gobierno o desde los portavoces del PSOE se corresponde con la verdad. Las pruebas de la falsedad de sus afirmaciones suelen llegar en apenas unos días; primero, a través de los medios de comunicación no adscritos a la disciplina gubernamental; después desde El País.
Uno de los ejemplos más elocuentes de esto que afirmo fue la información publicada en el diario de Prisa en la que se contaban, con todo lujo de detalles, las negociaciones iniciadas en 2001 entre el Partido Socialista, el Gobierno, Batasuna y ETA. O sea, entre la rama política y gubernamental de la democracia española y de la banda fascista y totalitaria. Cada uno se sentaba con los suyos, con los más próximos al interés de su negociado. ABC y EL MUNDO llevaban muchos meses publicando la información. El Gobierno siempre lo desmintió, solemnemente. Hasta que lo publicó el diario oficial del PSOE y lo firmó el periodista de cabecera del presidente del Gobierno.
Ahora toca desmentir las informaciones aparecidas en Gara. Y sacan pecho acusándonos de dar crédito a lo que dice ETA a través de su diario oficial. Pues claro que hemos de creer a ETA; la banda es una organización criminal, no se presenta a elecciones; no tiene que mentir para proteger su honor y para garantizar su permanencia en el poder.
Claro que, para desmentir la información de Gara, la vicepresidenta del Gobierno ha dicho que «ETA no ha conseguido nunca ni uno solo de los objetivos. No lo ha logrado tras 40 años empleando la violencia y no lo va a conseguir. Eso es todo». Sus palabras añaden un nuevo elemento de preocupación: o el Gobierno cree que la sociedad española no es digna de respeto o cree que lo cedido hasta el momento presente no es nada. O ambas cosas a la vez.
Nunca en la historia de la democracia los terroristas habían conseguido de ningún Gobierno lo que han logrado -en tan poco tiempo, además- del de Zapatero. Nunca, ni siquiera cuando asesinaban cada semana, cuando estábamos en plena Transición hacia el proceso de consolidación de la democracia; nunca, ni siquiera cuando ETA atentaba a la vez que se producía ruido en los cuarteles. Siempre los gobiernos tuvieron más dignidad que miedo; más sentido de Estado que soberbia.
Nunca un Gobierno democrático había legitimado la negociación política con los terroristas. Nunca había aceptado hablar de política con ETA. Nunca se había accedido a la exigencia de ETA de formar dos mesas, una política para negociar el nuevo marco y otra entre el Gobierno y la banda. Nunca se llevó el refrendo de la interlocución a las instancias europeas. Nunca se mintió a la sociedad española para proteger las negociaciones, con falsedades que convirtieron al Gobierno en rehén y a la banda criminal en la dueña de la agenda; de la agenda y del calendario.
Ya nadie puede creer a este Gobierno y a esta dirección del PSOE, salvo que las palabras vengan acompañadas de los hechos. Dentro de unos días, lo que hoy cuenta Gara lo explicará -convenientemente ordenado por fechas y horas- El País. O se lo reconocerá Zapatero a Gabilondo. Aparecerá ante las cámaras presentándose como víctima; hablará de lo que hizo con gesto sombrío y quejumbroso; minimizará cada una de las cesiones al chantaje terrorista aplicando adjetivos diminutivos: hablaron de la mesa, pero por encima; se vieron, pero poco; hablaron de Navarra, pero apenas...
Ya nadie les puede creer si sus palabras no se corresponden con sus hechos; salvo aquéllos que funcionan por obediencia debida o por odio a los demás. Por supuesto, los demás somos nosotros, no son los terroristas. Los odiados somos los discrepantes, los de las filas de la izquierda y los de las filas del PP; los movimientos cívicos; las víctimas; los otros somos nosotros, los que representamos al pasado, los que nos empeñamos en mantener viva la voz y la palabra. Los que nos empeñamos en ser su hemeroteca. Y su conciencia.
Ya nadie les puede creer si cambian el discurso pero mantienen la política. Porque nos han venido engañando al menos desde hace tres años. Según El País, desde el año 2001, mientras enterrábamos compañeros. Nos han engañado mientras arriesgábamos nuestras vidas, mientras convivíamos con el miedo de nuestros hijos; nos han engañado porque asumíamos el riesgo y el dolor en su nombre; creíamos que ellos defenderían la libertad; pero se fueron a negociarla con ETA.
Han pervertido la política. Pero lo más dramático es que esto no ha acabado aún. El sábado se escribieron varios capítulos de nuevas entregas, de nuevas cesiones. ETA ha tomado posesión de las concejalías que el Gobierno de España le entregó. Las imágenes desmienten que en este país haya democracia. Pero el Ministerio Fiscal -o sea, Conde Pumpido- no parece haberlo percibido; y el ministro Bermejo tampoco. Y portavoces del PSOE calificaron las coacciones de «incidentes aislados». ¿Por qué no vendrán los de la Ejecutiva Federal a vivir a Ondarroa, o a Hernani? ¿Por que no matricularán aquí a sus hijos? Es insoportable que minimicen nuestra inseguridad, nuestro miedo y nuestra falta de libertad.
Nafarroa Bai, el socio preferido del PSOE y de Zapatero, ha dejado vacantes las concejalías que reclama ETA para no molestarla. Y Blanco dice que si se pacta con Nafarroa Bai no será para la anexión con el País Vasco. Y le llama a eso, a un pacto con la derecha independentista y nacionalista vasca, un «gobierno de centro izquierda». No lo entiendo; salvo que crea que por ser Aralar una escisión de una banda criminal es de izquierdas, de la «izquierda abertzale», esto que tanto les gusta decir para justificar sus devaneos con ellos. Los nacionalismos -lo saben hasta los niños chicos- son siempre de derechas. Y Aralar es antes que nada una organización nacionalista. Que además comparte los mismos objetivos de ETA. O quizá Blanco piense que es por su profundo sentido social por lo que Patxi Zabaleta tiene contratados en su despacho a Vicente Nazabal, uno de los asesinos, nunca arrepentido, de Salvador Ulayar y a Gonzalo Boye, que cumplió 10 años de cárcel por el secuestro de Revilla y que es hoy el abogado defensor del último comando Donosti.
Pues ni será un pacto de izquierdas ni existirá jamás garantía alguna de que no trabajen para la anexión con el País Vasco. En unos, días el periódico oficial publicará lo que otros ya han publicado, que Zapatero ofreció a ETA la creación de un órgano común para que no rompieran la tregua. Poco importa que no llegaran a un acuerdo. El paso ya está dado y la banda criminal parte desde esa posición.
Si alcanzan un acuerdo en Navarra, que vulnerará la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas, será un pacto para intentar apaciguar a la bestia; para seguir con el proceso en marcha. Hay que juzgar a los políticos por lo que hacen, no por lo que dicen. Y no les podemos creer cuando dicen defender una cosa y practican la contraria. ¿No dijo Puras, candidato del PSN, que él nunca sería presidente de Navarra si quedaba el tercero en las urnas? ¿Cómo vamos a creer ahora lo que digan los socialistas navarros? Han quedado los terceros y dicen -otro ejemplo de perversión del lenguaje- que los ciudadanos han votado contra UPN y por el cambio. Pues menos mal que han votado por el cambio; por eso UPN tiene más votos y más apoyo porcentual que hace cuatro años y el PSN ha pasado a ser el tercero. Ése es el cambio que han votado los navarros: Puras no hubiera ni siquiera pasado a la segunda vuelta en un sistema como el francés. Pero claro, no pueden permitir que la verdad les estropee un eslogan.
La degradación democrática no ha tocado fondo aún. Mañana habrá más noticias. Veremos más cosas que nos escandalizarán y nos humillarán como ciudadanos. Dentro de nada sabremos quién era cada uno de los que se sentaron en las mesas en las que se aceptó negociar sobre nuestra libertad. Quienes no nos dedicamos a calcular los réditos electorales de esa negociación siniestra sabemos bien que importa poco que no se alcanzara el acuerdo; ETA ya ha cobrado pieza. Y lo único cierto es que tras estos tres años de Gobierno de Zapatero hoy somos menos libres. Y que de nuestra falta de libertad existen culpables, aquéllos que han de ser objetivo de la acción de la Policía y de la justicia. Pero la responsabilidad política les corresponde al Gobierno y al Partido Socialista Obrero Español.
Rosa Díez González es diputada socialista en el Parlamento Europeo.
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