Los Franco se resisten a que el Pazo de Meirás se declare bien de interés cultural
La Consellería de Cultura tramita desde hace más de un año la apertura del expediente para declarar el pazo bien de interés cultural (BIC). Pero los Franco se resisten. La familia, hoy encabezada por la hija del general, Carmen Franco Polo, han dado largas, con sucesivos aplazamientos, a las reiteradas peticiones de los técnicos de la Xunta para visitar la propiedad y determinar su estado, un trámite imprescindible para la declaración BIC, que obligaría a abrir al público el pazo y sus jardines un mínimo de cuatro días al mes.
Un BIC implica también adoptar medidas de conservación y protección. Y otorga a la Administración una posición preferente, con derecho de tanteo y retracto, en caso de que la propiedad sea puesta a la venta. Un detalle relevante ante los continuos rumores sobre la supuesta intención de la familia, en su mayor parte dedicada al negocio inmobiliario, de deshacerse de un pazo del que ya sólo disfruta en ocasiones.
La iniciativa fue del BNG de Sada hace ya más de un año. Desde entonces, la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural ha estado reuniendo toda la documentación y datos necesarios para incoar el expediente administrativo. El tiempo apremia. El plazo legal para resolverlo es de 20 meses y se cumplirán en noviembre. Carmen Franco prometió dejar entrar a los técnicos este verano.
En la aldea de Meirás, mentar cómo se fraguó y llevó a cabo "la donación de la ciudad y la provincia de A Coruña al Caudillo de España" es aún hoy un tema tabú. Nadie quiere recordar. Muchas familias fueron obligadas a la venta forzosa de sus fincas, pagadas a precios irrisorios o incluso sin compensación económica alguna, para duplicar la propiedad con el fin de regalarla a Franco. Lo promovió, en 1939, la denominada Junta Provincial Pro Pazo del Caudillo, ideada y dirigida por el entonces gobernador civil de A Coruña, Julio Muñoz, y el banquero Pedro Barrié de la Maza, la cual se encargó de adquirir a las herederas de Emilia Pardo Bazán las Torres de Meirás, duplicar la superficie de jardines y fincas anexas y dirigir los trabajos de reformas y acondicionamiento para obsequiar a Franco con una suntuosa residencia para pasar los 36 veranos que fue jefe de Estado.
Todo fue financiado con dinero de los ciudadanos, vía instituciones públicas, una supuesta "suscripción popular" en la que las autoridades fijaban la cantidad del donativo económico que se debía entregar "de forma voluntaria", o mediante el descuento obligatorio de un día de sueldo en nóminas de funcionarios y empleados de empresarios adeptos al régimen.
En el expediente que prepara la Xunta con el fin de que el Pazo de Meirás vuelva a ser de disfrute público, se acumulan todo tipo de pruebas, recibos de donativos de la época, planos catastrales y otros documentos que demuestran cómo nació "la rumbosa oferta de la provincia al Generalísimo", según la definición usada en crónicas de la época.
Franco depositó allí innumerables regalos de ayuntamientos e instituciones, y su esposa, Carmen Polo, antigüedades procedentes de toda Galicia, a las que tan aficionada era.
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