Irreconocible
Así nos han dejado el mapa político en estos últimos días. Ya nada es lo que parecía.
Por un lado, el flamantemente nombrado coordinador del próxima programa electoral del PP, el castellonense Juan Costa –de los Rato de toda la vida-, nos ilumina acerca de la verdadera condición del PP: “Un partido de centro comprometido con el liberalismo político y, por tanto, con la libertad y la igualdad de oportunidades.”
Por el otro, Sergio Gutiérrez es elegido nuevo secretario general de las Juventudes Socialistas –esa inagotable cantera de profesionales de la política, versión vitalicia- proclamando que: “Nos definimos como republicanos, pero dentro del republicanismo cívico, situando al ciudadano como centro de la actuación política y no como sujeto pasivo de la misma.”
En nuestra bienamada periferia, mientras tanto, se cierra este triángulo de las bermudas transformador de la realidad política española con Josep Piqué tirando los juguetes al suelo. El ex ministro está harto de ser un cripto-nacionalista catalán enfundado en la camiseta del Real Madrid. Y es que Angelito, se queja amargamente, no le deja en paz ni un instante.
Entonces, si el PP vela por la igualdad de oportunidades de todos los españoles, el PSOE sitúa al ciudadano en el centro de la actividad política, y en Cataluña se va a adoptar una línea firme de confrontación frente a los abusos nacionalistas, ¿qué espacio político le queda a Ciudadanos?, me pregunto alarmado.
Espera un segundo… ¿cómo se llamaba eso? ¿Razón crítica? ¡Justo!
¿Pero no se opuso el liberalísimo PP a todas las ampliaciones de derechos individuales propugnadas desde el PSOE en esta legislatura? ¿Y qué decir de su incondicional apoyo a los centros de enseñanza privados? ¿Es así como se compromete uno con el avance de la igualdad de oportunidades en la sociedad?
¿Sitúa el PSOE a los ciudadanos en el centro de su actuación política cuando cercena los derechos de los castellanohablantes en Cataluña? ¿Y cuándo secuestra legislaturas enteras en impulsar procesos de reforma estatutaria que a tan pocos parecen interesar, a juzgar por las cifras de participación en los referéndum?
¿Volverá a enarbolar un partido supuestamente nacional un único discurso no sectario que incluya las necesarias reformas de regeneración democrática? Mientras unos –el PSOE- pactan ya con los distintos nacionalismos patrios, los otros –el PP- se esfuerzan en echan pelillos a la mar declarándose entusiastas partidarios de los acuerdos con los ‘nacionalistas buenos’.
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