Nacido el 4 de julio
Todos estamos más tranquilos. Cuando el debate sobre el Estado de la Nación parecía que iba a ser tan aburrido como siempre y que no aportaría nada nuevo, sale Zapatero y promete 2500 euros por niño nuevo nacido.
Probablemente, esta repentina promesa no tiene nada que ver con que las Elecciones Generales sean dentro de ocho meses, ni con el fracaso en la negociación con ETA, ni con la subida de las hipotecas, y solo se debe al talante de nuestro Presidente.
Así, las familias españolas ven ahora todo el panorama con otra perspectiva; el pago de la hipoteca se percibe como más liviano, el recibo de la guardería como un gasto casi anecdótico, las prisas para recoger a los niños a la salida del trabajo como un alegre y tranquilo paseo. Incluso llenar la cesta de la compra parecerá más sencillo. Faltan pañales y potitos, dirá el padre. No te preocupes, contestará alegre la madre, ahora gracias a Zapatero tenemos 2500 euros más.
Las familias con niños podrán ir más días de vacaciones, más veces al cine, más a menudo al Parque de Atracciones, y todo gracias al talante y al talento de un líder carismático, de un auténtico socialista.
Bueno, en realidad, todo esto será posible solo par los nacidos a partir del 4 de julio de 2007; esta fecha marcará un antes y un después en la historia de nuestra nación. A partir de ahora se hablará de niños anteriores y posteriores al 4 de julio. Los primeros llevarán agujeros en los calcetines, cenarán sopa con poca sustancia y nunca tendrán golosinas. Los segundos, la llamada generación Zapatero, vestirán las mejores marcas, irán a los más prestigiosos colegios y disfrutarán de una alimentación nutritiva y equilibrada.
Pero la tan esperada medida tendrá más efectos: miles de embarazadas vendrán de todos los rincones del planeta, las viviendas tendrán más habitaciones, los colegios más aulas y los parques más columpios. Y todo por el llamado efecto Zapatero.
¿Te acuerdas de cuando no había niños? Comentará la madre a la salida del colegio. Sí, pero entonces gobernaba la derecha, contestará la abuela con sonrisa beatífica.
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