Desfachatez y alguna responsabilidad
Habría que exigir un mínimo respeto a nuestra inteligencia por parte de nuestros políticos. Su desfachatez en la soflama y la tomadura de pelo empieza a ser faltona.
Cualquier persona racional y equilibrada barrunta, con acierto, que la catastrófica situación de las infraestructuras en la Cataluña ibérica se debe a múltiples factores y tiene un conjunto diverso de responsables. De eso reflexionaremos. Pero que una de las aseveraciones de los debates parlamentarios es que, en Agosto de 2007, toda la culpa es de….!Aznar! es para enviar a una clínica a quien lo sostuvo. Psiquiátrica, por supuesto.
Pero aún hay algo mejor. Grandes voces autonomistas y nacionalistas clamaron que la culpa era del Estado Central, y sobre todo, que el gobierno regional no tenía culpa de nada, nunca. Las mismas voces que se habían felicitado porqué en la Cataluña hispana, el Estado había devenido en “residual”. ¿En qué quedamos? O, mejor dicho, ¿Por qué no van a tomarle el pelo a su venerable tía, por ejemplo, y nos dejan de milongas?
Es evidente, hasta para un intelecto muy mediocre, que una buena parte de responsabilidad, no toda, de la hecatombe, recae en un gobierno central y unos gobiernos regionales en Cataluña concentrando sus esfuerzos en inventarse naciones y no en gestionar para los ciudadanos.
Escrito lo cual, me gustaría plantear que, en alguna medida y hablando ya del déficit de infraestructuras de toda España (que les hablen de apagones a los ceutíes, de carreteras a los vasco-españoles, de agua a los murcianos, de trenes a los castellano –manchegos, etc…) a lo mejor tenemos todos un poco de culpa.
Lo cierto es que hemos votado, y parece que seguimos votando a partidos entusiastas de la reducción de impuestos. Puede que sea un acierto, pero conviene saber lo que hacemos, y su coste. Con una rebaja del IRPF probablemente podamos ir cinco veces más al fútbol, cambiar por un televisor de plasma. Tal vez una semanita baratita en Canarias. Poco más. ¿Y eso es a costa de nada? Es a costa de mucho. Porqué todos esos pocos, que no cambian sustancialmente nuestra calidad de vida, una vez agregados, por la ley de los grandes números y por lo que los economistas llaman “economías de escala”, pueden servir para mejorar nuestra calidad de vida. ¿Cómo? Mejorando la Educación, la Justicia, la Seguridad en nuestras ciudades o…invirtiendo en infraestructuras, a base de dedicarle más dinero. El que nos gastábamos en cinco entradas más de fútbol.
Y tampoco el resultado es neutro desde el punta de vista social. Si las prestaciones públicas son deficientes o pobres, siempre habrá quién envíe sus hijos a colegios privados o extranjeros, quién se pueda pagar grandes abogados y ganarse voluntades…, quién se permita seguridad privada, quién no tenga que utilizar cercanías, quién capee el temporal aeroportuario en
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