domingo, 21 de octubre de 2007

El espíritu de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía.

Se acaban de celebrar las elecciones al primer Consejo de la Federación madrileña de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Esta excelente noticia democrática de un Partido en expansión ha levantado, si se analizan los debates y las presentaciones, algún tema de interés y enjundia política.

Se podría decir, a juicio del que firma, que tanto las defensas de las dos listas presentadas como de las excelentes candidaturas individuales, han abordado dos conceptos principales, si reducimos los distintos y enriquecedores matices a lo esencial.

Un primer tema ha sido, indudablemente, el enfoque de las relaciones con UPyD.
La conclusión fundamental que nos parece evidente es que hay una total unanimidad en esta Federación de Madrid para considerar inexcusable e indispensable la unión de los dos partidos de cara a la elecciones de Marzo. Se puede decir que , para la inmensa mayoría de los militantes, la posibilidad de ir separados a las elecciones es tan aberrante que constituye casi un problema moral más que político. Constituiría tal fraude a la sociedad y tal traición al Proyecto de los Ciudadanos, que casi todos los presentes ven, como obligación ética, centrar y multiplicar las energías en el objetivo, casi “sagrado”, de conseguir esa unión electoral. En esa tarea y en el camino a recorrer, ningún afiliado alberga ninguna duda en la necesidad y obligación de rechazar de plano cualquier personalismo y, en cambio, de practicar una generosidad total. No se oyó ni una sola voz que no clamara por esa actitud de C’s-Partido de la Ciudadanía, de su propio partido.
Salieron a la luz matices (levemente) diferenciales. Los más parecen provenir de los métodos a seguir para conseguir la unión. Esta situación, de manera palmaria, es heredera de la actitud reservada de UPyD que, hasta ahora, no ha querido establecer contactos. Esta actitud está creando confusión y, sobre todo, nerviosismo y desazón. Un tema que se resolverá, sin duda, a partir de la primera reunión conjunta del día 25. Otros matices se centraron en cómo reaccionar ante el abismo, es decir:¿Qué hacer si no aceptan la unión? Una posibilidad tan horripilante, una auténtica tragedia, que se sentía más bien el deseo de no detenerse en ella, de ni contemplarla. Pero aún ante las tragedias hay que saber reaccionar.
Tambien se oyeron muchas voces que, reconociendo lo apretado del calendario y lo urgente del momento, exigieron llegar a una unión plena en dos etapas: primero una coalición electoral sin fisuras para proceder, inmediatamente después, al proceso de una unión mucho más fuerte, de una fusión, a sabiendas que ese proceso será inevitablemente más largo y farragoso.
Resumiendo, en el debate, se observaron, esencialmente, dos posiciones. Unos afiliados plantearon que C’s y UPyD son lo mismo, y otros que C’s debe poner todo de su parte para que los dos partidos, sean, urgentemente, lo mismo; tan nimia era la discrepancia.

Quisieramos recalcar y retener, con orgullo de compartirla, esa actitud unánime. La voluntad de hacer cuanto sea posible, casi más allá de lo razonable, (véase la aceptación de la doble militancia) por unirse a este otro partido recién nacido, por unirse a esa irrupción inesperada en el panorama político y que nadie esperaba cuando decidimos crear C’s, es muy definitoria del espíritu de los militantes de C’s. Las mujeres y hombres de C’s acudieron a la política por la consciencia de un deber social, por la necesidad de rebelarse y de contribuir a cambiar urgentemente un modelo político-social que se puede llevar por delante a nuestra democracia, por el impulso ético de no permanecer inactivos y cómplices ante un sistema partidista y unos políticos mezquinos que pueden llevar al desastre a la ciudadanía española. Lo que se ha llamado el Proyecto. Ese espíritu honrado y ético perdura y se refuerza. Así lo demuestra la actitud que hemos glosado aquí, ya que no asoma un atisbo de preocupación personalista ni de cálculo partidista en la estrategia política de C’s. Nunca se antepone un espíritu corporativo o una visión politiquera de defensa del Partido por encima del Proyecto, antes al contrario, se sacrifica lo que sea menester por alcanzar dicho Proyecto. ¡Qué diferencia con los posicionamientos tradicionales de los partidos al uso, funcionando, con su encefalograma plano, a golpe de encuestas, de entreguismos a los nacionalistas, y de defensa de sus intereses particulares! C’s es distinto, para mayor honra de sus militantes.
El segundo gran tema de los debates entre listas y candidatos también es muy revelador de las preocupaciones políticas del Partido de la Ciudadanía, pero el sufrido lector nos permitirá ( o agradecerá) que dejemos su exposición para la semana que viene.

Enrique Calvet

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