lunes, 22 de octubre de 2007

Historia y razón

Resultaba difícil, imposible vaya, no fruncir el ceño ayer al leer la entrevista a José María Setién en el remozado diario El País -ahora sí, con acento, y más preocupado de declararse global que independiente-.

El obispo emérito de San Sebastián declaraba que no le correspondía a él decidir si su actuación era la de un nacionalista.

Las pistas sin embargo estaban ahí, cuando complementaba la respuesta anterior, por ejemplo, con esta otra: “Lo que puedo decir es que los no nacionalistas me consideran nacionalista y los nacionalistas de verdad tienen dudas al respecto.” Umm… ¿cuál es la media aritmética de esas dos percepciones?

Pero no es el señor Setién un hombre de excesivas sutilezas. Sólo dos o tres preguntas más tarde, contradecía su tímida ambigüedad anterior con un interrogante retórico que manifestaba su creencia de que en Euskadi no habría más que ‘vasquistas’ y ‘españolistas’. Españolistas serían quienes no reconocen la nación vasca.

Recordaba esta entrevista a un intercambio con Josep Ramoneda y otros contertulios de La Mañana –en la Cadena Ser- como protagonistas. Ahí se lanzaba el venerado Ramoneda a glorificar el modelo confederal, justificante de las asimetrías catalana y vasca, como el único y verdadero. Así vendría marcado por la historia de España…

En las páginas de El País seguía el ínclito señor Setién con su canto a la equidistancia, diciendo que la violencia no invalida la justicia y la ética de los objetivos políticos de ETA; que los objetivos de autodeterminación y territorialidad no son reivindicados únicamente por la banda; y que en el País Vasco lo que hay es una injusticia de fondo.

La historia como arma y justificación. Aun la irreal. Una vez más. Y van…

Ya de postre hacía Setién una última declaración especialmente escalofriante al provenir de un jerarca de la iglesia católica: “Sí, pero, afortunadamente, el juicio que llegue a hacerse sobre mi persona, no lo harán las víctimas.”

Adiós a estar al lado de los débiles, de las víctimas, de quienes pierden su vida ante el totalitarismo liberticida. Con personajes así en sus filas no extraña que la iglesia católica siga perdiendo peso específico en la sociedad española. Mi impresión es que la distancia que siente la ciudadanía en su conjunto es cada día mayor

Ojala ese espacio lo gane la razón, y no otro tipo de mito, especialmente el nacionalista.
Jacobo Elosua

2 comentarios:

C-UPD dijo...

buen artículo.

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Anónimo dijo...

Buen artículo.