Unidos por un proyecto
El pasado sábado 27 de octubre se constituyó el Consejo de Federación de la agrupación madrileña de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Los allí reunidos nos reafirmamos en la voluntad de trabajar unidos para presentar una candidatura de Ciudadanos en la circunscripción de Madrid en las próximas elecciones generales del mes de marzo de 2008.
Todos somos conscientes que nos enfrentamos a grandes dificultades: en un sistema político como el español, caracterizado por el bipartidismo imperfecto, resulta enormemente difícil para una nuevo partido político hacerse un hueco entre las fuerzas mayoritarias dado lo complejo que resulta tener presencia en los medios de comunicación, y dado lo injusto de nuestra Ley electoral.
Pero nadie esperaba que fuese fácil. Nuestra decisión surge de un análisis profundo de la realidad política española. Precisamente esta semana se han cumplido 25 años de la llegada al Palacio de la Moncloa del joven Isidoro, referente e ídolo de Zapatero. Los primeros años se caracterizaron por el rodillo socialista; los siguientes, por la cesión del PSOE y del PP ante el chantaje de las minorías nacionalistas. Demasiados años de demagogia, demasiado tiempo esperando que surja algo nuevo, demasiados españoles desencantados, demasiado tiempo perdido.
Pero hace un año precisamente se produjo un acontecimiento histórico que nos hizo recuperar la esperanza: un nuevo partido, un partido joven, surgió con fuerza en el Parlamento de Cataluña. Denunciaba la corrupción, denunciaba la demagogia nacionalista, defendía algo tan simple, tan evidente, como que los ciudadanos de todos los territorios de España debían disfrutar de los mismos derechos y de las mismas oportunidades.
El reto ante el que nos encontramos me trae a la memoria aquellos años en que el, por entonces, tan criticado Presidente Suárez fundó un nuevo partido, con el objeto de reivindicar el espíritu liberal de la Transición, de recuperar el consenso, de servir de contrapeso a las fuerzas mayoritarias. Entonces, como ahora, los medios eran escasos, las dificultades enormes, pero la convicción igualmente profunda.
Sabemos que muchos españoles, tal vez millones, piensan como nosotros. También sabemos que nuestra tarea es compleja, que requiere el concurso de muchos ciudadanos.
Para todos ellos, un ruego, una petición y un consejo. El ruego de que colaboren con nosotros, la petición de que transmitan nuestras ideas, y el consejo de que no se dejen engañar, de nuevo.
Ciudadanos representa una nueva oportunidad de desbloquear el sistema, de abrir el Parlamento a la ciudadanía, de aumentar la pluralidad política, y de evitar, por tanto, que los minoritarios partidos nacionalistas controlen el gobierno de la nación.
No es cuestión de siglas, no es cuestión de nombres. Se trata, tan solo, de ideas, de principios y de derechos. Este es, en definitiva, nuestro proyecto.
Todos somos conscientes que nos enfrentamos a grandes dificultades: en un sistema político como el español, caracterizado por el bipartidismo imperfecto, resulta enormemente difícil para una nuevo partido político hacerse un hueco entre las fuerzas mayoritarias dado lo complejo que resulta tener presencia en los medios de comunicación, y dado lo injusto de nuestra Ley electoral.
Pero nadie esperaba que fuese fácil. Nuestra decisión surge de un análisis profundo de la realidad política española. Precisamente esta semana se han cumplido 25 años de la llegada al Palacio de la Moncloa del joven Isidoro, referente e ídolo de Zapatero. Los primeros años se caracterizaron por el rodillo socialista; los siguientes, por la cesión del PSOE y del PP ante el chantaje de las minorías nacionalistas. Demasiados años de demagogia, demasiado tiempo esperando que surja algo nuevo, demasiados españoles desencantados, demasiado tiempo perdido.
Pero hace un año precisamente se produjo un acontecimiento histórico que nos hizo recuperar la esperanza: un nuevo partido, un partido joven, surgió con fuerza en el Parlamento de Cataluña. Denunciaba la corrupción, denunciaba la demagogia nacionalista, defendía algo tan simple, tan evidente, como que los ciudadanos de todos los territorios de España debían disfrutar de los mismos derechos y de las mismas oportunidades.
El reto ante el que nos encontramos me trae a la memoria aquellos años en que el, por entonces, tan criticado Presidente Suárez fundó un nuevo partido, con el objeto de reivindicar el espíritu liberal de la Transición, de recuperar el consenso, de servir de contrapeso a las fuerzas mayoritarias. Entonces, como ahora, los medios eran escasos, las dificultades enormes, pero la convicción igualmente profunda.
Sabemos que muchos españoles, tal vez millones, piensan como nosotros. También sabemos que nuestra tarea es compleja, que requiere el concurso de muchos ciudadanos.
Para todos ellos, un ruego, una petición y un consejo. El ruego de que colaboren con nosotros, la petición de que transmitan nuestras ideas, y el consejo de que no se dejen engañar, de nuevo.
Ciudadanos representa una nueva oportunidad de desbloquear el sistema, de abrir el Parlamento a la ciudadanía, de aumentar la pluralidad política, y de evitar, por tanto, que los minoritarios partidos nacionalistas controlen el gobierno de la nación.
No es cuestión de siglas, no es cuestión de nombres. Se trata, tan solo, de ideas, de principios y de derechos. Este es, en definitiva, nuestro proyecto.
Carlos Cistué
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