lunes, 5 de noviembre de 2007

Peor perspectiva económica

Publicado en Estrella Digital
Luis de Velasco


El alza del índice de precios al consumo armonizado (que anticipa fielmente el IPC que será publicado en los próximos días) sitúa la evolución del mismo, en los doce últimos meses, en el 3,6 por ciento, un resultado muy malo.

Esta alza obedece principalmente a dos capítulos, combustibles y alimentos elaborados, concretamente la leche y el pan. De ahí que la inflación subyacente sea menor, pero eso es magro consuelo para los consumidores, a quienes les preocupa la cesta de la compra y cuánto les cuesta llenar el depósito del coche. No hay duda de que en estas alzas juegan factores externos. El precio del petróleo está alcanzando niveles récord, muy superiores a los del año pasado por estas fechas. En los productos agrícolas, sobre todo en los cereales, las alzas en los mercados mundiales son palmarias. En ambos casos hay factores de insuficiencia de oferta (factores políticos en países productores de petróleo, cosechas escasas en los segundos) y de gran demanda, especialmente de los ahora llamados países emergentes con China, una vez más, a la cabeza, así como factores especulativos, siempre presentes y casi siempre olvidados.

Pero también es cierto que no toda la culpa debe recaer en esos factores externos. En la comercialización de combustibles en nuestro país sigue siendo clave el oligopolio de tres empresas que impide una verdadera competencia en las estaciones de servicio. La privatización no ha traído, una vez más, la liberalización. Algo parecido, en cuanto a posiciones de dominio del mercado y de posibles acuerdos, ocurre en la comercialización de alimentos, sean o no elaborados. Las famosas rigideces de los canales de comercialización siguen ahí, permanentemente. Algo o mucho queda por hacer en ambos aspectos, que agudizan la permanente tendencia de la economía española a situaciones de tensiones inflacionarias.

Todo ello, al aumentar el diferencial de inflación con nuestro vecinos y competidores, daña la capacidad de competir de las empresas españolas, capacidad ya de por sí muy escasa como lo muestra el mejor indicador que es el enorme déficit comercial, el mayor del mundo en términos del PIB. Nuestro sistema productivo, que ya no puede competir simplemente por costes y que difícilmente puede competir en sectores de los que carece de tecnologías avanzadas, está, desde hace años, en difícil situación en la cambiante división internacional del trabajo. La mejor prueba, la ya señalada del alto déficit comercial y la no ganancia o, incluso, pérdida de cuota en el comercio internacional de bienes.

La inflación tiene además efectos sociales muy perjudiciales para los ciudadanos más débiles. Es el impuesto más regresivo porque daña mucho más a estos sectores. Si a esto unimos la certeza de haber entrado en fase de crecimiento más lento de la economía, la conclusión es que el Gobierno encara un tiempo electoral en situación peor de la que le habría gustado. Aunque es cierto que, previsiblemente, en los inmediatos meses la inflación se moderará y los efectos, especialmente en el empleo, de ese menor crecimiento de la producción se notarán escasamente. Además, tampoco sabemos si el ciudadano votará mirando a su bolsillo o tendrá en cuenta otras cosas muy graves que están ocurriendo en este país nuestro por culpa, casi exclusivamente, del Gobierno.
Luis de Velasco

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