VENDIENDO PANES
El sistema democrático se alimenta de procesos electorales en los que cuenta, la imagen de los candidatos y de la los partidos; esta última, varía muy lentamente: cada partido ha ido acumulando, a lo largo del tiempo un "grupo histórico de leales" que constituye, dicho sea en términos económicos, su fondo de comercio. Si en el pasado esta lealtad pudo sustentarse en la defensa de una causa: un conjunto de principios propios y distintivos de cada formación política, lo cierto es que, para los partidos mayores, la motivación de los votos leales va, cada vez más, apoyándose, no en el apego a principios propios, sino en el odio a lo ajeno. O mejor dicho, en el odio a la caricatura de lo ajeno. Así, la lealtad ideológica se convierte en lealtad sectaria y, por lo tanto, irracional e inexpugnable. Muy mal lo tiene que hacer un partido para perder apoyos de este grupo de votantes y, aún así, el castigo no pasa, las más de las veces, de la abstención; raramente al voto a un tercer partido en discordia; el castigo no llega, prácticamente nunca, a traducirse en un voto al Gran Satán (el gran adversario). Dejemos a los sociólogos estimar cuántos son los votos incondicionales de los dos grandes partidos españoles. Sabemos que representan la casi totalidad de los votos recibidos en la convocatoria a la que ha concurrido, cada uno de ellos, en peores circunstancias. Por ejemplo, el PSOE en 2000 o el PP en 2004. Con esto resulta que, a medio plazo, uno de los dos grandes partidos va a gobernar siempre. ¿Cuál de ellos? El número de votantes no comprometido de antemano o free float del mercado electoral es bastante reducido, aunque decisivo para determinarlo. El sentido del voto de esta pequeña franja de electores da lugar a varias posibilidades: Mientras los PIES disponen, a escala reducida de mecanismos de control social análogos a los de los grandes partidos, la posibilidad de influencia práctica de los PANES es muy exigua. Por una parte, el porcentaje mínimo de votos requerido para obtener un escaño les deja, matemáticamente, fuera de juego, salvo en las principales circunscripciones; por otra, para transmitir su mensaje a los votantes no comprometidos, necesitan medios de comunicación no alineados, una bella especie tan abundante como el lince ibérico. Pero esto no condena inexorablemente al fracaso a los PANES. Hay un factor muy importante que puede jugar en su favor: el factor humano. Nuestra sociedad mediática se alimenta incesantemente de personajes. Una organización diciendo algo nuevo no es noticia; una persona diciendo lo mismo, ya tiene más interés. Sobre todo cuando es una persona joven, agraciada, de mirada limpia, que no insulta ni descalifica, que presenta argumentos racionales y no consignas demagógicas y, lo más difícil, que seduce sin pretenderlo. Una persona de estas características tiene algunas papeletas para romper la barrera de los grandes medios y muchas para ser bien recibido y escuchado en foros y organizaciones sociales. Una persona de estas características puede generar una dinámica que asegure, razonablemente, que el PAN que ofrezca se venda mejor que otros similares, por más que los sucedáneos sean voceados por viejos vendedores más conocidos y por más que estos hayan cerrado celosamente su tahona. Hace falta, eso sí, que unos cuantos sigamos dispuestos a meternos en harina. Juan Manuel Ortega y Díaz-Ambrona
1 comentario:
Jejeje, buen ejemplo para una buena didactica!
Hacer las cosas bien no es suficiente.
Como buen economista.
Si nadie sabe lo que haces y nadie lo ve, difícilmente se sobrevive en el mercado,hay que vender y bien.
Lo único que añadiría a tu visión es que ese "PAN" es un artículo perecedero:pescado fresco y de calidad hay que venderlo todos los días ,así te ganas a la clientela.
Cada día ha de hacerse de la mejor manera posible , si no a la semana el asunto se te hunde.No es suficiente con tener un Panadero guapo(depende del amor al trabajar la masa con esa buena harina).
Animo y buena suerte confitero!
Un abrazo.
de momento creo
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