LO QUE NOS JUGAMOS DE VERDAD
El verdadero y auténtico drama que reflejan las encuestas sobre las elecciones del 9-M publicadas hasta el momento sigue quedando oculto tras una espesa cortina de humo que interesa mantener a los partidos mayoritarios actuales así como a los partidos separatistas (que en Galicia, el País Vasco y la Cataluña franceses y españoles suelen llamar nacionalistas). Y sin embargo es el meollo de nuestro devenir. En efecto, tanto si gana en mayoría relativa el PSOE como el PP, la futura dinámica política es la misma, y, además, es idéntica, en sustancia, a la perpetrada en los últimos veinticinco años. Y es un esquema sencillo: el partido con más escaños (pero sin mayoría absoluta) acordará algún tipo de alianza con uno o dos partidos separatistas para poder estar en los cargos de gobierno (que no es lo mismo que gobernar ni ejercer el poder). En ese acuerdo, naturalmente, concederá más reivindicaciones a los separatistas y profundizará en el desguace de España, para seguir manteniendo ministerios (vaciados de contenido), poltronas, prebendas, mini poderes gratificantes o remunerativos, etc.… El tema es crucial para los españoles, al menos por dos razones fundamentales. En primer lugar, la desintegración de España, el acercamiento paulatino, impune y desvergonzado, de regiones españolas a la independencia es un mal en sí, pues es la exaltación de los valores del etnicismo, la insolidaridad, el racismo y la creación de ciudadanos de primera y de segunda, primando sobre los valores humanistas de la Ilustración. No olvidemos que no se trata de liberar ni descolonizar ni des-subyugar, sino de romper una unión de siglos y crear fronteras, "nosotros contra ellos", dónde no las había. Por eso son separatistas. Sólo puede traer desgracia para todos (salvo para una oligarquía separatista, a corto plazo). En segundo lugar, la cesión, ya formidable, de poderes reales y presupuestos a las regiones, anula totalmente la posibilidad del gobierno central para ejercer las políticas sociales garantistas, solidarias y redistributivas que los ciudadanos necesitan y para asegurar las libertades individuales en toda la nación española. El haber llegado al "Estado Residual" es uno de los más graves atentados contra una política igualitaria y social en toda España. Una auténtica tragedia. Esto no se les cuenta a los españoles, y la alianza de poderes mediáticos y financieros con el ansia de poder político, todo a corto plazo, ni va a informar sobre el medio y largo plazo (con lo cansado que es pensar….) ni va a subrayar nunca lo esencial. Antes al contrario montarán las cortinas de humo propagandísticas que aúpen a sus amigos a los puestos donde les puedan ayudar…al negocio para cuatro añitos. Así, unos dirán que la realidad no existe (El PSOE e IU). Por ejemplo ¿Cómo osamos decir que España se rompe? Pues bien, cuando un español no puede escolarizar a su hijo en castellano en una región de España, cuando una española no puede ir a dar a luz a una región limítrofe y natal porque el expediente médico viene en vascuence, cuando un parado español recibe distinto trato fiscal según la región donde habite, cuando el agua del Guadalquivir no es de todos los españoles sino de la Junta de Andalucía para mayor gloria de sus políticos, España no se rompe, España se ha roto. Otros dirán que ellos sí ven la realidad pero que se oponen y hacen todo lo posible para enmendarla (El PP). ¿Los que han votado el Estatuto Valenciano y el Andaluz, clon del catalán? ¿Los que permitieron la ley de inmersión del catalán del 99? ¿Los que dicen (Zaplana) que pactarán con el nacionalismo "moderado", como si tal entelequia existiera de verdad? ¿Cuánto más nos quieren tomar el pelo? Lo que nos jugamos, o deberíamos jugarnos, en las elecciones del 9 de marzo, es mucho más que cuatro matices y elegir entre eslóganes mentirosos de rancia izquierda o de derecha hipócrita. Lo que nos jugamos es salir de la rueda infernal en que se ha convertido la política de nuestra nación. Lo que nos jugamos es recuperar el sentido común, los valores humanistas y la dignidad. Y votando a los partidos existentes en el parlamento, eso es imposible. No hay más remedio que encender una revolución ciudadana plena de lucidez y coraje, y ya han nacido los partidos que la representan. Son la única opción. Como es sabido, la abstención, tan comprensible en estos momentos de bajeza y miseria moral, no deja de ser complicidad de la peor elección. Algunas voces lúcidas, que se han percatado del momento histórico crucial que vivimos, ya se han alzado pidiendo la solución que , antes que nadie, solicitó el partido Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía: una alianza entre grandes partidos nacionales para hacer frente al chantaje separatista y sacar, como cuestión suprema, a España de su larga agonía. Hasta para esto es indispensable votar a los nuevos partidos de ciudadanos. Ellos podrán tener la clave para forzar esa solución indispensable. Los ciudadanos despiertos de esta nación tenemos un mes para despertar a los demás y creer en la revolución ciudadana, porque, como alguien dijo en otro contexto, una sola chispa puede incendiar toda la pradera. Los ciudadanos españoles necesitan esa chispa. Epílogo: "Vivimos en el regodeo de la estupidez" Angélica Liddel. Dramaturga. Enrique Calvet
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