domingo, 27 de mayo de 2007

Supongamos un abrelatas


Nuestro sistema político está bloqueado. Parece absurdo negar la evidencia. El PP y el PSOE se alternan en el poder, desde hace 25 años, sin afrontar los grandes problemas de nuestra sociedad: acceso a una vivienda digna, fracaso escolar, desarrollo sostenible, integración de los inmigrantes, contratos basura, y tanto otros.

La abstención aumenta. El Partido Popular y el PSOE, cada vez representan a menos ciudadanos. Mucha gente les vota “con la nariz tapada”, para que no ganen los otros. Pero los defensores del sistema afirman rotundamente que no hay espacio para nuevas fuerzas políticas; con el PP, el PSOE, y cuatro o cinco partidos nacionalistas llorones y chantajistas, ya tenemos bastante. No surgen nuevos partidos porque no hacen falta. En democracia, la gente descontenta puede votar libremente a otros partidos. Si no surge algo nuevo es porque no es necesario. Craso error.

Si un nuevo partido se presentara a las elecciones generales, ¿de qué serviría que le votaran en Soria, en Teruel, en Toledo, en Jaén, en Lugo, en Lérida, en Logroño, etc.? De nada, evidentemente, de nada. ¿Qué posibilidades tendría de obtener representación en todas estas provincias y en muchas más? Por razones estadísticas, por el método de asignación de escaños, su resultado sería cero patatero. La razón de fondo: una Ley Electoral que no favorece la aparición de nuevas políticas.

La solución a tantos años de parálisis sería un aumento de la pluralidad política, germen de nuevas ideas, de nuevas propuestas, de nuevas ilusiones... Pero esto, en España, no es posible. Estamos condenados a no salir del laberinto. Esta situación me recuerda aquel viejo chiste de nuestra época universitaria: ¿Cómo abrir una lata en una isla desierta? Cada licenciado, en función de su deformación profesional, sugería un método distinto para abrirla: químico, físico, matemático, etc. Al final, uno de ellos, con expresión triunfante, proponía la genial solución: supongamos un abrelatas.

Aquí, todo el mundo sabe, desde hace muchos años, que para aumentar la pluralidad política, necesitamos “un abrelatas”, que en nuestro caso sería la Reforma de la Ley Electoral, pero nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Como en la famosa película de mi paisano Luis Buñuel, El ángel exterminador, nadie sabe por qué no conseguimos salir de esta maldita habitación, cada vez más asfixiante, sin agua, sin comida, sin proyectos, esperando siempre a que alguien se decida a cruzar el umbral.

Carlos Cistué

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