miércoles, 4 de julio de 2007

A conciencia


Madrid, 3 de julio de 2007

A CONCIENCIA

Visto lo visto en el Congreso de Ciudadanos del fin de semana, leído lo leído en diversos Medios (recomiendo el artículo de nuestro compañero Luis de Velasco en ‘Estrella Digital’) sigo pensando lo mismo que antes: hay lugar para la esperanza y la confianza en el proyecto C’s.

Muchos somos ingenuos desconfiados o escépticos ilusos, a resultas de la propia experiencia y como forma de mantener el equilibrio mental. Lo digo porque, a sabiendas de de que la aventura de Ciudadanos va contra corriente y los obstáculos son infinitos, hemos tenido la prueba de que el ejercicio democrático se puede recuperar. Los delegados de Madrid, cada uno de distintos padres y pedigrí, hemos mantenido un tono de camaradería y respeto a prueba de insidias y de contratiempos. Cada delegado se ha pronunciado por lo que su conciencia dictaba, votando opciones contrarias mirándonos a la cara y sin perder la cordialidad en las maratonianas sesiones deliberatorias, entre otras razones porque el respeto que genera el esfuerzo ímprobo y honesto de todos los que han trabajado en enmiendas y propuestas no puede más que derivar en afecto y en agradecimiento. La crítica, en ese estado colectivo, se puede desarrollar eficazmente. Las ofensivas externas, en ese estado de conciencia, se pueden rechazar con seguridad y contundencia. Es, justamente, una disposición que no se da en otros grupos, en otros partidos.

Llegados hasta aquí, quiero creer y compartir que lo que pudo verse como un caballo de Troya, la enmienda a la totalidad del Ideario con orientaciones de ‘centro-izquierda’, no tiene suficiente entidad como para enervar el espíritu con que nació nuestro proyecto. Entre otras razones porque, en castizo, el movimiento se demuestra andando y nos queda mucho trecho que recorrer, en el cual una definición escueta no deja de ser uno entre los muchos puntos de referencia que describen la intención final de nuestro partido: la regeneración democrática de la sociedad.

Es cierto que muchas pieles se han irritado con urticarias diversas porque son sensibles a la diferencia entre intención e intencionalidad, es decir, no sólo a la defensa de una idea sino a lo que la acompaña en su exposición. No es menos cierto que si aplicamos el ungüento del pragmatismo y de la reflexión posterior al II Congreso, remitirá el malestar. Al menos, debemos darnos la oportunidad de pasar la prueba de fuego de las próximas elecciones generales para medir nuestra capacidad de convocatoria y para saber si hemos sabido aprovechar la experiencia del año político, más allá de carteles definitorios.

No tendría sentido rasgarse las vestiduras después de asumir que nuestro inicial ‘no partido’ ha tenido que aceptar alguna de las reglas del juego para poder influir y, después, cambiarlas: hemos creado un partido político y se impone una estrategia para que sea eficaz. Afortunadamente, hemos pasado la prueba del algodón para demostrar que la democracia interna –listas abiertas o cerradas para el Ejecutivo- es uno de los valores básicos que evitarán que el pragmatismo prostituya el sentimiento -antes que la idea- que nos reunió en el proyecto.

Además, resultaría absurdo constreñirse a una formulación nominativa cuando se está gestando la unión con otras voces críticas para la expansión nacional del partido. Por cierto...¿del partido o de las ideas que lo sustentan? Pues eso, seamos ciudadanos críticos a conciencia.

Alfredo Gabrielli

Periodista

No hay comentarios: