Lecciones de gas en Argel
Publicado en Estrella Digital
La ruptura, por parte argelina, del contrato firmado hace tres años por su compañía estatal Sonatrach con las españolas Repsol y Gas Natural para la explotación del gas natural de Gassi Touil ha dado lugar, en nuestro país, a reacciones políticas y de los medios de comunicación casi unánimes. Rechazo a lo que consideran un ataque argelino a los intereses españoles (de todos los españoles), así como un descargo de la responsabilidad de lo sucedido en el Gobierno español, que, una vez más y según esa conocida retórica, no ha sabido defender esos intereses.
Las cosas son, al mismo tiempo, más sencillas y más complicadas. Hay primero, de eso no hay duda, una responsabilidad de mala gestión por parte de ambas empresas españolas, responsabilidad que queda oculta por la polvareda de querer buscar siempre responsables en el nivel político. Cuando la parte argelina rescinde este importante contrato, con las consecuencias desfavorables de todo orden que eso supone, no hay duda de que debe tener una causa invocable en la literalidad del propio contrato. A algo de ello se han referido altos responsables argelinos. La Administración argelina, sobre todo en las instituciones relacionadas con su recurso clave, la energía, es capaz y muy tenaz en la defensa de sus intereses.
Es previsible que haya además componentes extracontractuales que hayan llevado a esa decisión a la parte argelina. No hay que olvidar que, en estos momentos, los mercados del petróleo y del gas son mercados de vendedores y que, como declaró meses atrás el ministro argelino de Energía, su país tiene reservas, dinero, tecnología y mercados.
Segundo factor a tener en cuenta es que el tema político, de las relaciones a ese nivel entre ambos países, es aspecto que siempre está presente, sobre todo en los temas energéticos. A comienzos de los ochenta, el famoso conflicto del contrato de gas con la cláusula take or pay mostró crudamente ese aspecto. Conflicto que, hasta que se resolvió, hizo un enorme daño a la exportación española a ese país. No es descabellado pensar que en esta reciente decisión ha podido pesar, aunque con menor peso que los aspectos contractuales, las aparentes piruetas de la política exterior española en el tema del Sahara. Decimos “aparentes” porque, en el fondo está clarísima la alineación incondicional con las tesis marroquíes, y eso, por supuesto, lo sabe la Administración argelina.
Como todo el mundo sabe, el sector energético es estratégico para la economía europea y, de manera especial, para la española, enormemente dependiente del exterior. Argelia es socio clave. Cabe preguntarse si esta reciente decisión argelina hubiese sido la misma si hubiese tenido como socias a dos compañías públicas españolas. Así lo eran Repsol y Gas Natural antes de que los gobiernos del PSOE comenzasen alegremente sus privatizaciones, completadas con entusiasmo por los gobiernos del PP, que continuaron por el camino abierto y el tabú roto por los socialistas. Privatización, que no liberalización de mercados oligopólicos. Seguramente que más de alguno está hoy profundamente arrepentido.
La ruptura, por parte argelina, del contrato firmado hace tres años por su compañía estatal Sonatrach con las españolas Repsol y Gas Natural para la explotación del gas natural de Gassi Touil ha dado lugar, en nuestro país, a reacciones políticas y de los medios de comunicación casi unánimes. Rechazo a lo que consideran un ataque argelino a los intereses españoles (de todos los españoles), así como un descargo de la responsabilidad de lo sucedido en el Gobierno español, que, una vez más y según esa conocida retórica, no ha sabido defender esos intereses.
Las cosas son, al mismo tiempo, más sencillas y más complicadas. Hay primero, de eso no hay duda, una responsabilidad de mala gestión por parte de ambas empresas españolas, responsabilidad que queda oculta por la polvareda de querer buscar siempre responsables en el nivel político. Cuando la parte argelina rescinde este importante contrato, con las consecuencias desfavorables de todo orden que eso supone, no hay duda de que debe tener una causa invocable en la literalidad del propio contrato. A algo de ello se han referido altos responsables argelinos. La Administración argelina, sobre todo en las instituciones relacionadas con su recurso clave, la energía, es capaz y muy tenaz en la defensa de sus intereses.
Es previsible que haya además componentes extracontractuales que hayan llevado a esa decisión a la parte argelina. No hay que olvidar que, en estos momentos, los mercados del petróleo y del gas son mercados de vendedores y que, como declaró meses atrás el ministro argelino de Energía, su país tiene reservas, dinero, tecnología y mercados.
Segundo factor a tener en cuenta es que el tema político, de las relaciones a ese nivel entre ambos países, es aspecto que siempre está presente, sobre todo en los temas energéticos. A comienzos de los ochenta, el famoso conflicto del contrato de gas con la cláusula take or pay mostró crudamente ese aspecto. Conflicto que, hasta que se resolvió, hizo un enorme daño a la exportación española a ese país. No es descabellado pensar que en esta reciente decisión ha podido pesar, aunque con menor peso que los aspectos contractuales, las aparentes piruetas de la política exterior española en el tema del Sahara. Decimos “aparentes” porque, en el fondo está clarísima la alineación incondicional con las tesis marroquíes, y eso, por supuesto, lo sabe la Administración argelina.
Como todo el mundo sabe, el sector energético es estratégico para la economía europea y, de manera especial, para la española, enormemente dependiente del exterior. Argelia es socio clave. Cabe preguntarse si esta reciente decisión argelina hubiese sido la misma si hubiese tenido como socias a dos compañías públicas españolas. Así lo eran Repsol y Gas Natural antes de que los gobiernos del PSOE comenzasen alegremente sus privatizaciones, completadas con entusiasmo por los gobiernos del PP, que continuaron por el camino abierto y el tabú roto por los socialistas. Privatización, que no liberalización de mercados oligopólicos. Seguramente que más de alguno está hoy profundamente arrepentido.
Luis de Velasco
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