lunes, 10 de septiembre de 2007

Santas y sectarísimas alianzas

Una de cal. Escribía Javier Pradera, la semana pasada en El País, que “sólo las alianzas entre la izquierda y los nacionalistas pueden conseguir que las instituciones reflejen adecuadamente el pluralismo social”.

No aclaraba Pradera si los ciudadanos que se sienten no nacionalistas no constituyen –ignoro el posible motivo- ese ‘importantísisimo’ (supongo, por el contexto) pluralismo social.

Anthony Giddens –sociólogo británico conocido como soporte ideológico del New Labour de Tony Blair- daba, por otra parte, una de arena en las páginas de la edición dominical del mismo diario.

Giddens afirmaba, tras aplaudir la línea del trabajo de los izquierdistas italianos unidos en torno al nuevo Partido Demócrata, que es necesario que los socialistas afronten los nuevos retos del siglo XXI dejando de lado antiguas obsesiones hoy trasnochadas.

Giddens reprochaba a los líderes de la Internacional Socialista los criterios restrictivos –incluyendo la mención de la palabrita de marras en el nombre- que imponen a los nuevos partidos para su admisión como nuevos miembros; unos criterios que resultarán, con toda probabilidad, en la frustrante exclusión del nuevo partido italiano de un foro político que lucha por mantener algún resquicio de relevancia real en el mundo de hoy.

Viejos modos; viejas consignas. Como la que semeja haber seguido ayer el diario El Mundo a la hora de ignorar, en su extensa cobertura del incumplimiento de la ley de banderas en tantos ayuntamientos españoles, la iniciativa de Ciudadanos de exigir el respeto a la legalidad en esta materia.

Parece que, tras algunas concesiones de portadas veraniegas, toca a rebato para lograr el apoyo incondicional de los votantes al PP. Qué lástima. ¿Será que todo lo que escape al bipartidismo hegemónico es demasiado peligroso? ¿Será que no se puede confiar en el buen criterio de los ciudadanos a la hora de formarse sus propios juicios con toda la información disponible?

El sectarismo en sus vertientes política y mediática sigue siendo el mayor peligro cierto de nuestra democracia. Ha llegado la hora de combatirlo en la calle con argumentos y más argumentos. Cada día se acerca más la hora de intentar combatirlo en las urnas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Albert Rivera y José Domingo, en el Ayuntamiento de Tarragona.
http://ciutadans-reus.blogspot.com/2007/09/albert-rivera-y-jos-domingo-en.html

la Guillotina dijo...

Javier Pradera es de los personajes más siniestros que pululan en la pocilga "progre". Puro discurso reaccionario con tal de mantener el poder "como sea".