Enfermos mentales
Polémica suscitada a cuenta de un parricidio en Murcia. El agresor, que se paseo con la cabeza decapitada de su madre en una bolsa por el pueblo antes de ser detenido, tenía una esquizofrenia diagnosticada desde hacía años. Flota una pregunta en el aire: ¿se podría haber evitado? La cuestión es que la propia víctima había denunciado en repetidas ocasiones el peligro que suponía para su integridad física la convivencia con su hijo enfermo, hasta el punto de haberse desempolvado un escalofriante testimonio de esta mujer ahora muerta grabado y emitido por TVE en el año 2002. En el fondo de la cuestión se encuentran las tesis de la llamada anti-psiquiatría, tan en boga en los últimos lustros, y en general opuesta a la reclusión de los enfermos psiquiátricos en centros de aislamiento durante periodos prolongados de tiempo. En las declaraciones al diario El País diversos expertos consultados se deslizaban hacia generalidades tales como que los enfermos [esquizofrénicos] son "más víctimas que agresores", que "no suelen ser agresivos, sino vulnerables, y que evitan el contacto social"; o que "suponiendo [los enfermos mentales graves] un 3% de la población, estos enfermos cometen mucho menos del 3% de los delitos violentos". Se puede bramar contra el empleo de la esquizofrenia como categoría en los titulares generados en instancias tan trágicas como éstas, pero ¿es ésta la clave de la cuestión? No lo creo. Más bien parece que el rumbo a seguir es el de la individualización. Flaco favor hacen a su causa los psiquiatras y responsables de los distintos servicios de salud mental del país al combatir el uso de categorías periodísticas con el antídoto de categorías de otro tipo, en este caso de exención de culpa o generales de comportamiento. El sistema español sólo avanzará en una dirección más deseable cuando los enfermos mentales que realmente planteen un riesgo para la salud y vida de sus familiares y convecinos sean tratados como casos individuales, tanto periodísticamente como, si cabe de un modo mucho más crítico –al ser el impacto de sus decisiones directo e inmediato–, por todos los responsables del sistema en sus diversas facetas. Sin ningún tipo de dogmas apriorístico.